La historia nunca nos pertenece a los que vivimos, es de todos, de los que vivieron y de los que vivirán. Por eso nuestra labor, la única, es conservarla, investigarla, ponerla en valor y sin romper nada intentar saber.
No es fácil esto, no es admisible, y como seres animales aunque humanos, nos creemos con el poder de la posesión de lo que tocamos. Es falso y no lo entendemos así. Hay decenas cuando no millares de ejemplos repartidos por todo el mundo, donde la mano de los actuales habitantes de una zona han destrozado lo que no era suyo.
Hay sabemos que Zaragoza esconde en su subsuelo muchos secretos en zonas claramente ya definidas. Pero eso no nos convierte ni en dueños de esos vestigios, ni en responsables de explorarlos. Pero en cambio sí de conservarlos. Incluso con lo que ya sabemos hoy podemos casi asegurar que dentro de 1.000 años los vestigios que hoy encontramos y que nos hablan de tiempos viejos, podrán hablar mucho más con nuevas técnicas hoy desconocidas dentro de esos siglos.
Salduie como ciudad ibérica precursora de la actual Zaragoza ofrece todavía hoy serias dudas de emplazamiento, de tamaño, de historia. Pero el maravilloso trabajo de la arqueología servirá para poco a poco saber más y más de nuestra ciudad. Que insisto, no nos pertenece pero tenemos la obligación de cuidar y guardar.
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