Labios zaragozanos perdidos por las calles escondidas, labios exteriores, curiosos, diminutos cuando son diminutos, puede que incluso ajenos a nuestras culturas de culpa y castigo, de cilicio y comunión. Labios.
Y miradas. No siempre las miradas ajenas entienden todo, y eso es un valor añadido para aprender a entender. Zaragoza también tiene labios.
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