7.3.19

La pata cereal de la triada romana y la despoblación del altiplano de Daroca

Afortunadamente Europa empieza al norte del Pirineo en agroalimentación. Napoleón tenía razón y los productos hortofrutícolas y agrícolas aragoneses están en calidad entre los mejores del mundo.

La combinación agua escasa, sol abundante, cierzo purificador de hongos, altura en ocasiones y tradición árabe aplicada traen como resultado que no se puede sino mejorar en Aragón en estos campos. 

Además se poseen suelos de todas clases, mezclas calizo ferruginosas y arcillosas en Teruel, suelos de origen volcánico en los somontanos ibéricos, fértiles llanuras aluviales e incluso prados alpinos.

No busquemos en Europa combinación semejante excepto en nuestra querida Sicilia, sur de Grecia y Turquía.

La combinación de elementos es fascinante dando lugar a la mejor alfalfa proteínica del mundo, uno de los mejores arroces por pureza de agua de riego, frutas crujientes y dulces tempranas o tardanas, puerros sin rival, cebollas dulces que no pican, almendras en que basa su producción de calidad Xixona, todo lo nuevo como kiwis y pistachos se adapta bien excepto que se trate de cultivos tropicales…

Y los valoramos, valen cada día más pero los consumimos con gusto de recomendación de vecino. Apostamos por ellos.

Quizá haya escasa atención por el secano. Ese secano que se manifestará en Daroca clamando que ellos también existen, la población aragonesa desde siempre concentrada en las escasas manchas y fajas de regadío. Pero las ciudades mercado languidecen por falta de clientes.

Mercados que se hacían necesarios para intercambiar los productos origen de la agroalimentación aragonesa: la famosa triada romana implantada en tierras del Moncayo, de Daroca, de Calatayud, del Somontano o del Matarranya por colonos de la Etruria romana, va como un tiro en dos de sus elementos. Pero a escala de economía global.

Tanto el vino, especialmente la garnacha y el macabeo, como los aceites de calidad prensados en frío ganan premio tras premio internacionales. Generan empleo en almazaras, viñedos y también en ferias, en su comercialización y en restaurantes de autor premiados esparcidos por el territorio.

Se come muy bien en Albalate del Arzobispo, en Malanquilla, desde siempre en la Tranquera, cómo no en El Grado o Alcolea de Cinca, no nos podemos dejar los escabechados de Castejón de Valdejasa, las alubias con sardinas de Calaceite, un plato de jamón con huevos trufados comido en directo en Gúdar… Y la promoción y difusión que de todo ello en jornadas fascinantes se hace en las capitales aragonesas y comarcales…

Sólo queda que valoremos la tercera pata de la tríada: comemos en general pan malo y barato, congelado. Y así congelamos el territorio y su futuro tanto como cuando dejamos de comer cordero y cabrito.

Existen otras opciones pero hay que romper una lanza a favor de la harina aragonesa, no solo por sostenibilidad de que sea la más cercana. Sino que por proteína, sabor y calidad los trigos y ordios Aragón 3, del altiplano de Daroca o del desierto de Lécera, de la Canal de Berdún, la Val Ancha y del bajo Sobrarbe se halla también entre las mejores del mundo. Sucede que no se valora lo suficiente, sucede que solamente se transforma y pone en valor por productores de pasta o pasteleros darocenses o leceranos

Pero el dato se conoce, el pan de Bailo, Ayerbe, Angüés-Siétamo, Uncastillo, Alcubierre etc. es inigualable porque todavía es alimento. Es galleta romana con olor a carrasca.

La importancia del trigo fue crucial en la ciudad de Daroca, incluso había una institución propia que regulaba el suministro regular del cereal tan necesario para rebozar a lo sefardí, para combinarlo en pastelería con la miel y los frutos secos.

Todavía pueden apreciarse sus soportales porticados en piedra y madera de sabina como parte de un hotel con encanto de reciente restauración en su calle Mayor. Cuenta con una muy bella denominación: el almudí. También llamados alhóngida en el mediterráneo o Granada, eran mercados especializados en un producto. Los gérmenes del actual de la trufa de Graus o la Lonja Agropecuaria de Binéfar.

Hay un mundo por reivindicar en este punto. La roca roja y la arena roja de Daroca que dieron forma a su formidable muralla que se derrumba por tramos, seguro que es el fundamento con la sequedad de su clima de ese trigo tan particular. No dejemos que decaiga su producción por abandono. Tiene rentabilidad social pero también económica potencial al precio que verdaderamente vale, el de 2000 cosechas acumuladas de rendimiento, investigación y desarrollo permanentes.

07.03 Luis Iribarren

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