29.3.19

Hecho en Pirineos, fait en Pyreneés 1: recuperación de legumbres del somontano y montaña oscenses

Se ha celebrado en el Auditorio Carlos Saura de Huesca la segunda edición de esta ferieta, que restituye ese guiño necesario a nivel de actividades que Huesca ciudad debió haber tenido ya hace tiempo. Respecto de su provincia y del conjunto de Aragón, liderando iniciativas más allá de en forma de cultivar la memoria en medios de comunicación o festivales dirigidos hacia sí misma.

La idea la ha madurado, y es menester agradecerlo, el excelente técnico del Área de Desarrollo de la Diputación oscense, don Pedro Salas.

Por fin esta feria de conexión, inteligentemente buscada su financiación a través de recursos europeos. En que se pretende crear un eje Alto Aragón-Bearn alimentario y complementario, pero extendido a cualquier explotación o productor de un lado u otro de la cordillera.

Menos pero interesantes puestos de productores, en el siguiente capítulo glosaré los alimentos e iniciativas que me han parecido más singulares.

Hay que centrarse ahora en lo que aportan las jornadas en cuanto a investigación y desarrollo. En este sentido, uno de los principales aportes de Pirineos Sur a Pirineos Norte –incluyendo la Navarra y Euskadi atlánticas-, por exceso de humedad del segundo, son las legumbres de calidad.

Es una apuesta a medio plazo cuya baza puede ser perfectamente los garbanzos de la Hoya de Huesca. Secanos aptos, sobre todo en Lierta, en que Fernando Allué se ha lanzado a esta singular pero necesaria aventura gustativa. En tierras de mallacán, no en vano el ligero retrogusto a almendra amarga de determinados garbanzos. De allí su reciente implantación como cultivo “rústico” en ese laboratorio agroalimentario que es Lécera en la Tierra de Belchite.

Tradicionalmente plantados para nitrogenar y airear la tierra, los guisantes de Monegros llevan camino de ser los de más calidad de Europa.

La combinación de estas legumbres con el esturión del Grado y el brécol de Huesca puede dar lugar a un potaje que asombraría en forma de garbure local al norte de Somport.

Siguiendo esa misma línea en esta edición de la Feria, en que parece que se ha apostado más porque sea un punto de encuentro de productores, se ha presentado una interesantísima publicación.

Se trata de “Monumentos del Reino Vegetal del Pirineo Central"por Ismael Ferrer Pérez. Una recopilación de varietales de frutas, verduras y, especialmente, legumbres para una regeneración de la identidad alimentaria perdida, propia sobre todo de Sobrarbe. Donde su banco de semillas antiguas constituye un modelo necesario para nuevos productores.

La creación de esa gran cocina de varietales de proximidad está pendiente en Pirineos Sur. Pero los pasos dados en el campo de los vinos de garnacha de viñas viejas, los aceites de diez varietales del entorno de Alquézar, la generación de una marca de calidad de la ternera de Broto, la comercialización de pan con harina Aragón 3 desde Leciñena… no van sino en esa dirección. 


Volver a comer como nuestros abuelos lo hicieron. Es un poco más caro pero puede ser la salvación del sector del ovino: una costilla o tajo bajo de oveja de Monegros contiene poca carne, pero también poca grasa y con sabor a romero y tomillo sin condimentarla.

El objetivo a alcanzar sería lograr, como simbolizan “Les Cahiers de Julie” en Francia emitidos por La 2, una cocina de montaña pirenaica semejante a la de los Alpes. Vamos en esa afortunada dirección.

A los afamados boliches de Embún, producidos en todas las huertas jacetanas, van camino de unirse los de Buerba, del valle de Vió en Sobrarbe.

La finura siempre la da la pureza del agua de riego o, en el caso de los garbanzos, la lucha contra la supervivencia en medios casi desérticos en que la planta se ve obligada a buscar agua y se mineraliza por rotura de capas de suelo.

29.03 Luis Iribarren

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