No todo el mundo tiene pueblo. Pasado el verano se penalizará a los abuelos que pasen meses en sus lugares de origen. No serán preferentes con razón en las mesas de guiñote o rabino de los centros de jubilados. Es normal, es una venganza de los que tienen que sufrir de quienes se quedan durmiendo a 23 grados constantes.
Bellísima ciudad para no padecer el ritmo demencial y superficial del verano en otras latitudes, las de paella o migas caras y precongeladas, este año no gozaremos de aquel Ebro limpio para rafting del año anterior. Porque estamos en ciclo de sequía y apocalipsis. Tampoco de una ciudad limpia y no gomosa, aceitosa y pegamentosa. Porque no ha llovido nada en dos meses y las algas y frutos de morera borde caídos están estragándonos.
La ciudad ya no duerme ni languidece como antaño en su ferragosto de tres meses. Parece más dormida de lo que está, porque la gente gana el tiempo que dedica a sus terapias ocupacionales… Y disfrutan porque existe de su programación cultural pública y privada. Sumado a que el 15% de su población ya no veranea porque esperan a coger dos meses para volver a sus países con precio de vuelo barato. Sabia decisión.
Para todos ellos y todos los aragoneses, diez propuestas para pasar una mañana distinta en Zaragoza, a la sazón desconocidísima capital de Aragón incluso para sus propios habitantes, empadronados por conveniencia en la Jacetania vacía:
1.- Alquilar una bici y disfrutar con deleite y reposo de estos cuatro puentes: puente de remaches metálicos de Santa Isabel sobre el Río Gállego, puente de acceso al Parque José Antonio Labordeta historicista, viaducto del Canal Imperial a la altura de su intersección con la Z-30 en el Barrio de la Paz y pasarela peatonal de Manterola, que comunica Almozara y Actur.
2.- Tomarse un aperitivo en Torrero, a destacar la cerveza bien echada con espuma de cierto bar con nombre alemán. Se puede complementar con la visita a la fábrica de la Zaragozana y las iglesias de San Antonio y San Fernando, con carácter previo.
3.- Una mañana de rebajas en la Avenida de San José: a la altura de la calle Doce de Octubre, existen varias tiendas especializadas de ropa, calzado etc. que complementar con una visita a la recientemente rehabilitada Harinera. Un circuito de salud, incluiría la toma de un baño jacuzzi en el centro deportivo José Garcés y un paseo tonificante por el canal, con aroma a flores de acacia.
4.- Una mañana en la Biblioteca Central del Gobierno de Aragón de la calle Doctor Cerrada, disfrutando detenidamente de su colección de bibliografía y audiovisuales. Precedida o acompañada de tomar un té de frutas o un menú del día en el bar del Paraninfo de la Universidad de Zaragoza. Muy recomendable tocar la madera y oler la biblioteca de Ramón y Cajal que contiene.
5.- Un viaje a Japón y Roma sin salir de Zaragoza: visitando las exposiciones permanentes sobre el pasado romano de la ciudad y la de arte japonés en el Museo de Zaragoza de la Plaza de los Sitios.
6.- Un paseo por el racionalismo arquitectónico de la calle Conde Aranda, rematado con un vino en los bares de la plaza de toros o un vermú en los bares de tapas del arranque del Barrio de la Almozara.
7.- Visita de tres graffitis urbanos: bailadora de flamenco de la Calle Las Armas, escriba sentado modo Hopper en la calle del Horno (Arrabal antiguo) y obreros subiendo al depósito de agua del Barrio Oliver.
8.- Travesía ciclista urbana de la Vía Verde Oliver-Valdefierro y continuación a través de la vía de sirga del Canal Imperial hasta el parque Pla-Za.
9.- Una visita palaciega: un recorrido por tres hitos singulares del modernismo zaragozano, como son la Casa Soláns (Avenida Cataluña), casa de los Labordetas (Paseo Ruiseñores) y Palacio Larrinaga-fábrica Schindler. Accediendo a la última previa visita al Museo de Cerámica Aragonesa del Espacio Matadero, en la calle Miguel Servet.
10.- Recorrido por la Delicias ferroviaria. En este barrio zaragozano es posible todo: comprar, tomar vinos, bailar y viajar con la inmigración residente. Proponemos tomar un café en los bares de la plaza Huesca, un paseo demorado por el comercio de la Avenida de Madrid y subir tras ello la calle Terminillo, llena de viviendas bajas que fueron de ferroviarios. Llegando hasta el Parque del Psiquiátrico, singular proyecto de zona verde inspirado por el urbanismo de remates de la escuela Bohigas de Barcelona. Excelente diseño y utilidad. Se puede culminar con un vermú en el bar del parque o en las Esquinas del Psiquiátrico.
El parque contiene una impactante sorpresa, como es la antigua iglesia del complejo policromada con grafittis al modo de las de la Moldavia rumana, patrimonio de la Humanidad.
Por supuesto, si se come en cualquier itinerario de los propuestos, la puesta de sol debe disfrutarse en el Parque Palomar viendo las muelas de Juslibol, o desde el cementerio de esa localidad divisando la ciudad a vuestros pies y el Dios Moncayo recortado hacia el oeste.
Me quedo en verano, y pienso hacer todos mis recorridos propuestos. Para disfrutar de mi ciudad en calma, viajar y solazarme. Luego queda todo lo demás, todos los espacios donde ya transitáis, los aparentes invadidos en cualquier festividad o evento zaragozano… La ciudad glamurosa o histórica… La que cuando es invadida, me hace refugiarme en la zona universitaria y entorno de la calle Cavia para descansar y ser tratado como simple individuo y ciudadano.
08.07 Luis Iribarren