Esa Zaragoza no muy vista tiene detalles que poco a poco vamos convirtiendo en desastres. Este edificio cuando fue terminado de pintar en su exterior representaba un trabajo hermoso de arte efímero. Pero los tontos de baba enseguida empezaron a querer intervenir añadiendo firmas y bobadas.
Las ciudades contra los tontos no pude defenderse. Y encima hay que quererlos pues son de los nuestros. Pero quererles solo un poco, por ver si son capaces de cambiar.