Las palomas de Zaragoza tienen miedo a volar desaforadamente, como todos nosotros. Ellas saben volar muy bien, pero con reparos cuando se tiran desde una altura que asombra. Esta paloma mira al suelo, y lo ve tan lejos que se lo piensa.
¡Qué no hubiera subido tan alto!
Al final todas las palomas vuelan muy alto, pues van venciendo los miedos según crecen. Si vemos que una paloma duda es que es muy joven. Cuando dejan de dudar es cuando ya se han vuelto capaces de disfrutar de sus vuelos.
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