17.11.18

Librerías de Aragón, gritando: ¡¡Cuidado!!

Una constante durante muchos años —hoy ya perdido— es que los libros no tenían descuento, no era posible aplicarles más que el precio tasado, excepto en las Ferias o días muy específicos. Con las entrada de las grandes cadenas de distribución eso se perdió, para desgracia del propio libro.

Y diréis: ¿Porque perjudica al libro que se hagan descuentos? Pues porque eso lleva a que se vendan solo aquellos libros que realmente se compran, algo que parece lógico en un libre mercado, pero que es un drama en una sociedad que debería tener libertad en igualdad de posibilidades para comprar cualquier tipo de libro, de cualquier editorial, sin tener en cuenta donde está dicho libro. Y eso si no es compitiendo en igualdad de condiciones, es imposible. 

Una gran superficie no tiene que ganar beneficios con vender libros, gana con que simplemente entres tú a su gran superficie. 

Y cuantos más clientes entren a por libros muy determinados, más clientes logra meter en su Gran Tienda. Entre vender a precio de coste un Premio Nobel o un libro muy específico de matemática, no tienen duda. 

Y dejar que estos libros “especiales” los vendan las librerías de siempre es condenarlas al hundimiento, pues no pueden vivir simplemente siendo los mejores. Para sobrevivir tienen que hacerlo siendo rentables.

Este cartel está en una exposición en la Planta Baja del Museo Pablo Serrano titulada “El objeto de la memoria” del artista Vicente García Plana.

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