Durante el Franquismo el desempleo se había mantenido en cifras contenidas, a lo que no eran ajeno los flujos migratorios hacia Europa, pero a partir de 1977 empiezan a manejarse cifras dramáticas. Así que es comprensible que los trabajadores mantuvieran posturas de fuerza para mantener sus empleos o sus condiciones laborales. Y en la difusión de sus razones, y a veces también como ayuda para recolectar fondos económicos, encontraron en la pegatina un aliado perfecto.
Esta sencilla y casi manual pegatina corresponde al conflicto que se desarrolló en INALSA, una empresa del sector del aluminio (empresa que se dedica a la extrusión de perfiles de aluminio) que todavía sigue en activo en el polígono de Cogullada de Zaragoza. La huelga se inició en abril de 1980 por el despido de un administrativo, pero pronto las protestas de los trabajadores se dirigieron también hacia el hecho de que en los últimos años secciones de la empresa se habían traspasado a otras empresas del mismo grupo, en lo que se consideraba un amago de descapitalización.
El hecho de que el comité de empresa estuviera dominado por una plataforma unitaria de trabajadores, dejó el conflicto fuera del control de las cúpulas sindicales de UGT y CCOO y le dió un carácter más radical del habitual. Finalmente tras casi dos meses de duración y varias decenas de despedidos, se firmó un acuerdo que contemplaba la readmisión de todos ellos, el reconocimiento de los derechos sindicales y el compromiso de la empresa de consultar con el comité cualquier desmantelamiento de secciones.
Nota.: La imagen pertenece al Archivo Tiempos de Lucha y Esperanza y el texto ha sido redactado por Manuel Gálvez
Esta sencilla y casi manual pegatina corresponde al conflicto que se desarrolló en INALSA, una empresa del sector del aluminio (empresa que se dedica a la extrusión de perfiles de aluminio) que todavía sigue en activo en el polígono de Cogullada de Zaragoza. La huelga se inició en abril de 1980 por el despido de un administrativo, pero pronto las protestas de los trabajadores se dirigieron también hacia el hecho de que en los últimos años secciones de la empresa se habían traspasado a otras empresas del mismo grupo, en lo que se consideraba un amago de descapitalización.
El hecho de que el comité de empresa estuviera dominado por una plataforma unitaria de trabajadores, dejó el conflicto fuera del control de las cúpulas sindicales de UGT y CCOO y le dió un carácter más radical del habitual. Finalmente tras casi dos meses de duración y varias decenas de despedidos, se firmó un acuerdo que contemplaba la readmisión de todos ellos, el reconocimiento de los derechos sindicales y el compromiso de la empresa de consultar con el comité cualquier desmantelamiento de secciones.
Nota.: La imagen pertenece al Archivo Tiempos de Lucha y Esperanza y el texto ha sido redactado por Manuel Gálvez
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