6.3.17

Tres conceptos aragoneses equivocados

NI EL ALTOARAGÓN ESTÁ AL NORTE, NI LA EMIGRACIÓN ES UN PROBLEMA RURAL, NI EL ARAGONÉS SE HABLA SOLO EN VALLES PIRENAICOS.

Cuando se habla del Altoaragón se piensa casi siempre en la provincia de Huesca, pudiéramos decir que es una especie de símbolo de identidad provincial oscense; sin embargo, el Altoaragón está al Sur.

Los 12 municipios más altos de Aragón se concentran en Gúdar-Javalambre, la Sierra de Albarracín y uno de la Comunidad de Teruel. Todos ellos por encima de los 1442 metros de altitud. Siendo algunos de ellos los más altos de la Península Ibérica, como Valdelinares (1695 m.), Griegos (1601 m.), Gúdar (1588 m.), Bronchales (1575 m.) y Guadalaviar (1521 m.).

Si atendemos a los 158 municipios aragoneses que superan los 1000 metros de altitud, 121 son de la provincia de Teruel (76’59%, es decir más de dos tercios), 25 de la provincia oscense y 12 son de la provincia de Zaragoza.

Sensu contrario, los municipios más bajos de Aragón se encuentran en la provincia de Huesca, salvo uno, Mequinenza (78 m.).

Velilla de Cinca (129 m.), Fraga (125 m.) y Torrente de Cinca (108 m.), todos ellos de la provincia oscense, encabezan la lista de los municipios más bajos de Aragón.

Cuando hablamos de emigración en Aragón, suele venir a la mente la imagen del abandono de una localidad rural para buscar un medio de vida mejor en la industria, mano de obra poco cualificada y barata para las grandes áreas industriales: catalanas, madrileña, o, en menor medida, vascas, navarra, francesas, alemanas o incluso la propia Zaragoza y su área metropolitana, que fue incapaz, lamentablemente, de retener la masa de población aragonesa emigrante en época industrial. Pero es una realidad superada hace años.

Si atendemos a datos sociodemográficos publicados por los organismos competentes, la emigración se centra en la población joven urbana y cualificada que abandona su lugar de origen para marchar fuera de Aragón. Por primera vez, el porcentaje de población joven de Zaragoza es inferior al del conjunto de Aragón. Esa es la verdadera tragedia demográfica aragonesa, que en época industrial apenas fue capaz de retener población, pero que en época post-industrial es absolutamente incapaz de hacerlo. Ningún núcleo sujeta población joven y cualificada. La materia gris busca refugio en otros lares.

Cuando se habla de lengua aragonesa, a veces imaginamos bucólicos paisajes de valles pirenaicos donde gente mayor sin formación escolar o sólo con estudios primarios habla aragonés. Incluso se cartografían “zonas de uso predominante”, que incluyen, curiosamente, una mayoría de municipios donde nadie habla aragonés.

La propia legislación en la materia, por una “mejora técnica” introducida por el Congreso de los Diputados de Madrid en la tramitación parlamentaria del Estatuto de Autonomía de Aragón se habla de “zonas de utilización predominante de las lenguas”. Es decir, un acuerdo tomado en Madrid, lo asumimos los aragoneses como propio, aunque es falso.

Recientemente, la Universidad de Zaragoza publicaba un estudio del aragonés y el catalán en Aragón, a la luz de los datos censales de 2011, destacándose datos como que un tercio de los hablantes de aragonés (8.618) se encontraban en el Área Metropolitana de Zaragoza, siendo el 53% de los hablantes habitantes de un medio urbano (Zaragoza, Huesca, Teruel, Jaca, Sabiñánigo, Barbastro o Monzón), rompiendo con la imagen de lengua rural y provincial.

Además, destacaba que los hablantes de aragonés mayoritariamente tienen una formación media o universitaria, población formada con inquietudes culturales.

Si viajas Altoaragón, ve hacia el Sur; si buscas potenciales emigrantes aragoneses, ve a nuestros campus universitarios urbanos y si quieres practicar aragonés, ven a Zaragoza.

Jorge Marqueta Escuer.

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