17.5.17

Aragonesxs: Gerardo “Bululú” y Marcelino Orbés

Aragonesxs negro oscuros:  
Gerardo “Bululú” de San Esteban de Litera 
y Marcelino Orbés, de Casa Ena de Jaca

¿Aragón es depositario del humor somarda, negro oscuro? Bueno, es discutible como todo pero sí forma parte de nuestra idiosincrasia.

Allí están Forges, Gila, el gran Eugenio o la cuadrilla Chinante de Albacete, tan bajo aragoneses, para corroborar lo contrario. José Mota y el corrimiento de márgenes de campos, el Tío la Vara y la Vieja’l’Visillo, también tienen ese ramalazo… ¿aragonés?
Más bien de interior de secano reseco en general, que asiste asombrado a la confianza en sí mismos sin sentido del humor de la periferia de costa. La impagable humorista Susana Díaz, la seguridad de un catalán vendiendo algo, el rescoldo galleguista distanciado... Rajoy… Subes y bajas por la financiación de tu chiringuito y lo sabes…

Pero para confirmarlo, también Wyoming y Mingote sabemos que tienen origen aragonés…

Ahora vamos con la real life: con estos dos personajes triste-histriónico-sombríos. Goyescos o saurescos, de Carlos Saura, oscenses.


Este de arriba es Marcelino, de Casa Ena de Jaca. Campeón mundial como payaso.
Triunfó en Broadway como artista y le dedicaremos un largo y sentido homenaje. Se llamaba allí Marceline. Es conocido porque parece que el inglés-judío Chaplin le usufructuó el andar con bastón.

Su vida da para tanto, insisto, que la recontaremos. Fue recientemente reivindicada su vida, con fotos, en excelente exposición de la Diputación de Huesca, institución cuya pérdida –aunque sea comarcalista- me generaría una enorme nostalgia…

Sólo decir que era, como montañés, tan celoso de su vida privada que vivía alejado de la farándula de Greenwich Village, So-ho y Chelsea. Y se instaló en Newark. La ciudad de Bon-Jovi, Springsteen, el escritor Philip Roth y Guy Talese… Buen gusto, paisano. El café del barrio entre judíos e italianos: pretzel y macarrones con queso.

Newark, ciudad acero, Sestao de la Gran Manzana, deep back out. El presente es un paisaje nigger-vietnamina degradado que recorre Soprano en el arranque de cada capítulo. De la foto maravillosa que presentamos, faltarán muchos edificios como muelas careadas que nadie ha endodoncizado.

Le han desvitalizado el nervio. Y sus hijos más célebres viven, y ahora lo haría Marcelino, apartados de su origen como Tony Soprano.

El segundo es Gerardo “Bululú”, titiritero con burro que iba de pueblo en pueblo por la Huesca oriental. Maestro de Paco Paricio.

De él no quedan imágenes, aragoneses contrastados y en relieve pero unidos por la misma privacidad y el mismo respeto metier por su oficio y vida interior. Por eso ponemos un retablo de los Titiriteros de Binéfar y una imagen de Satiesteve de Llitera, lugar que alberga casi tanto patrimonio como Fonz pero muy degradado. Presentamos una de sus maravillosas pedanías abandonadas, Rocafort.

Lugares en que perderse en Huesca aún quedan por suerte –per Sort-.

Bululú semejaba más a los titiriteros kamishibai japoneses. Que a través de pasar cartulinas en una maleta abierta, compartían incluso noticias con los habitantes de la recóndita Japón interior y el País de Nieve de Kawabata.

En todo caso, los dos, gentes calladas y educadas. Que no convirtieron sus vidas en el espectáculo a ser contado. Sino que se escondieron en su máscara arrugados.

Mi abuelo también era un gran narrador casi analfabeto. Pero a Adolfo Betés ya lo conocéis en Aragoneses.

17/05 Luis Iribarren

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