Entre las pieles zaragozanas nos encontraremos muchas de edificios muy antiguos que han sabido mantener sus pieles casi intactas. Aunque muchas de ellas hayan tenido que pasar por el cirujano para quitarles arrugas, pieles secas y detalles de ancianidad.
La Lonja de Zaragoza del siglo XV tiene estas pequeñas piezas metálicas por toda su fachada (creo) que para desahogar la humedad de sus bajos, para que se airee el interior de las paredes y evitar el cúmulo de humedades del Ebro cercano.
Siempre las he conocido, antes incluso de las actuales reformas de mediados del siglo XX que le hizo un lifting casi completo para poner el edificio como nuevo. Detalles de esa Zaragoza más macro, menos conocida por los visitantes.
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