12.1.19

Peso y poso del CAI Zaragoza. Aragón vuelve a ser baloncesto

Remembering el Club Baloncesto Zaragoza de José Luis Rubio. El actual Tecnyconta está volviendo a las buenas andadas, resucitando los ecos en forma de mates, palos y canastas limpias vividas en las del Parque Tío Jorge de aros duros que todo lo escupían.

Fran Vázquez lo ha visto bien, en Zaragoza y especialmente en la Margen Izquierda gracias a Helios, siempre hemos vivido casi en forma de locura la pasión por el basket. También por el balonmano a través de Maristas.

Hay campos en parques públicos y se usan contra cierzo y escarcha. Y hay una historia vivida con momentos de gloria pero también de abismo en los que Zaragoza ha seguido albergando competiciones internacionales porque tenía público y afición, pero no equipo de élite.

Ahora se vuelve a los tiempos de gran cantera, de jugadores que disfrutábamos también en los parques y patios de los primeros prefabricados institutos públicos. Como fueron Zapata, Capablo, Joaquín Ruiz o los Termis. Jugaban a baloncesto de élite y a baloncesto de potrero.

En partidos 5 contra 5 a una canasta en los que entrar era más difícil que ver triunfar a Vinicius. Pero se rotaba con respeto de barrio y jugaba hasta yo.

Partidillos en que tipos de metro setenta cogían rebotes modo Felipe Reyes y bases de metro sesenta metían triples planos y sin saltar cuando se pintaron las líneas del 6,25. Revolución a favor del raza blanca-tirador.

Llevábamos entonces lo que se podía, en forma de Paredes o de bambas Victoria, aunque ya en la adolescencia aparecieran las primeras alpargatas de marca blancas, en el nombre de Irving y luego de Jordan.

Éramos muy felices en aquellas mañanas de parque público con amigos. En Zaragoza se jugaba a baloncesto de oído, como siempre se ha hecho música popular.

Es por eso que emociona la política de cantera del Tecnyconta tanto como un concierto de Van Morrison. De la que está surgiendo otro quinteto de lujo de bases, escoltas y pívots bailarines y móviles, propios de Zaragoza como denominación de origen desde Ranko Zeravika.

Siempre es posible crear y saltarse los límites, es la escuela yugoslava que nos enseñaron y que debería regir también como principio político aragonés. Pocos pero con coraje y talento.

Allí tenemos al joven con ilustre apellido Carlos Alocén, al pívot bajo pero perrete Pradilla y algunos chicos de fuera acogidos en Zaragoza como toda la vida del señor, como se hizo con Maggee. Así tendrán que bailar, como hijos de aquel ilustre jugador de claqué negro. El baloncesto ha dado con poca inversión una parte de los mejores momentos deportivos pero también sociales y económicos a Zaragoza y Huesca. No ha sido un brillo fugaz como el fútbol ni requerido semejantes inversiones.

En la última se hacía ese básket mormón, cuáquero y sobrio de Jackson-Bryan, el CAI hacía baloncesto romántico y musical propio de los Knicks y del Madison Square Garden.

El baloncesto es convivencia, es pasión, es desatención de unos padres que no ven en él mucho que rascar… Es confluencia… Se podría encargar la solución del problema catalán a Gasol, Navarro y Felipe Reyes y la encontrarían.

Es también desarrollo de Aragón, hay que cultivarlo por prestigio. El Baloncesto Zaragoza ha acertado trayendo veteranos como McCalebb, Vázquez y Martín. Son transmisores de esa semilla de hacer ciudad que han comprendido perfectamente.

Mientras tanto, termino con mi admiración enorme hacia Marc Gasol, esa tanqueta de 2,15 que se tiraría triples y sería base en el Parque del Tío Jorge… Ese man baila como nosotros, fofos y todo…

11/01/2019 Luis Iribarren

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