Incluso estos mismos planteamientos los hacemos desde las responsabilidades políticas que algunos de nosotros tenemos. Eso sí, sin ningún éxito.
Es como si ni nosotros mismos nos creyéramos lo que decimos, o que los que vamos en representación de la política, fuéramos tan imbéciles que no tuviéramos ningún peso sobre nuestras organizaciones.
Es como si ni nosotros mismos nos creyéramos lo que decimos, o que los que vamos en representación de la política, fuéramos tan imbéciles que no tuviéramos ningún peso sobre nuestras organizaciones.
Sabemos qué hay que hacer, qué necesita Zaragoza y lxs zaragozanxs, pero no nos da la real gana de hacerlo. Eso sí, luego dedicamos sesudas charradas para hablar por qué la sociedad está desencantada, por qué no nos vota y se queda en casa o por qué vota a la primera chorrada que viene, simplemente por ser nueva.
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