14.12.18

¿A dónde vamos, Aragón?

La posición de Lambán está clara aunque gobierne coyunturalmente con CHA, y su Presidencia del Gobierno de Aragón se la deba a una amalgama supuestamente federalista de izquierdas. Su supervivencia personal, que mimetiza en la del PSOE aragonés, es la más "E" en la acción política.

No es nuevo, ya se vio en los devaneos hasta la disolución del PAR en el suero con distintos ingredientes a la derecha de la izquierda del centro. No existe, al parecer y porque no se ha cultivado en Aragón, un verdadero sentimiento de que seamos una nacionalidad histórica.

La situación del Real Zaragoza y el desfondamiento por falta de repercusión en la sociedad aragonesa de la Sociedad Deportiva Huesca, no están ayudando precisamente a superar el gap Madrid-Barça con omisión incluso del Atleti, en que se ha convertido por conveniencia mediática a la vida deportiva, política, cultural y social en el Estado español. El resto es un túnel a atravesar desdibujado en AVE.

Las fuerzas emergentes nacionalistas castellanas, también los que declaran situaciones de emergencia ante su advenimiento desde su condición de profesores universitarios, los desplazados a cortes itinerantes por Europa pero sostenidas por un IVA desbocado, creciente y que se debe subir más –arrasando con ello lo que queda de clase media-, los amarrados a los árboles en Gernika y los pescadores de salmón asturiano, ponen y quitan gobiernos.

Aquí dentro, envasados en el vacío, no tenemos relación entre las provincias de Huesca y Teruel ni ningún proyecto conjunto más allá del mercado de los perros truferos y carrascas micorrizadas.

Ello confirma la aspereza que supone para Aragón su relación con Zaragoza Ciudad, ese quinto espacio. Equivalente al pulso Tabarnia-resto de Catalunya, incluida Lleida.

En este escenario nos moveremos, al parecer conformes por no reivindicar el gozar de derechos históricos y de que no se desarrollen acuerdos bilaterales con el Estado que se traduzcan en Fondos Especiales para Teruel permanentes y no mendicantes que un día pueden desaparecer. O para tratamientos de choque propios en las Cuencas Mineras, dineros para una vía rápida hacia Olorón por cota baja, compatible con el Canfranc, y tutti quanti.

Pero decir y escribir esto equivale a no progresar, personalmente, en política.

Así, Lambán demarra temeroso hacia la conservación del Capítulo VIII de la Constitución española bien aconsejado y tutelado, alza la voz contra suturar el problema catalán liderando otra Corona en forma de estados federales asociados que pudiera ser crucial en términos económicos para una Aragón cuyos puertos secos necesitan los puertos húmedos catalanes y valencianos.

Parece que es que sabe lo que hay y teme a esa sociedad aragonesa ahorrativa, conservadora y que vive siempre en el frente de cualquier guerra civil peninsular.

No sé si es que no quiere reconocer que la segunda industria aragonesa, el porcino, se ha nutrido, nutre y nutrirá de inversiones de integradoras catalanas y Huesca es una gran tolva de cereales que da de comer, sobre todo, a Barcelona.

Se renuncia a posiciones novedosas de liderazgo aragonés, aunque fueran convenientes para sacarle a Madrid inversiones concretas y cuantiosas para la línea férrea Santander-Sagunto, vertebradora de Aragón.

También se renuncia a denunciar nuestra convivencia desigual y espuria con Navarra, en la que tantas personas físicas o jurídicas aragonesas van a empadronarse y a morir, sacrificando el devenir de la industria eje del futuro: la agroalimentaria 3.0. En un ejercicio nacionalista español que nutre de recursos al Gobierno de su odiada Uxue Barcos.

Alguien siempre está encantado de concluir que no queremos ser dignos sucesores de quienes crearon el primer o segundo mejor Derecho de Europa, fuente de libertades. Si digo el segundo no es por calidad, es porque Inglaterra –país de Gran Bretaña- lo sigue manteniendo vivo y nosotros lo tenemos embalsamado en vida pública y ninguneado por falta de hacienda foral propia en vida personal.

Está bien querer ser España, pero estoy hablando de cómo. No me refiero a aceptar todo el pack, pues está claro que algo habrá que decir sobre a qué renunciamos si votamos recentralizar y qué le supondrá al territorio de hacerse.

Por último, la gran locomotora aragonesa es una de las ciudades más equilibradas del sur de Europa. Aragón debe desarrollar sus derechos ya escritos con mayores exigencias de igualdad y liderar ese proceso, precisamente para poder invertir en infraestructuras y servicios de la ciudad madre que alberga a tantos aragoneses a quienes se nos permite estar empadronados afectivamente en nuestros municipios de origen, maquillando la realidad de su desangramiento.

Es evidente la tensión Tudela-Pamplona, pero ello no obsta a que el Gobierno de Navarra mime la segunda con infraestructuras de capitalidad. Por una cuestión evidente, es la imagen del conjunto.

Zaragoza ha tenido que albergar operaciones fundamentales logísticas del Gobierno de Aragón que han cicatrizado su territorio, para bien y no tanto. La han hecho más incómoda de lo que era como ciudad simplemente intermedia. Toca compensar con orgullo.

Ese rasgo de capitalidad debemos ponerlo en valor, especialmente en el 900 Aniversario de la ciudad como capital aragonesa.

14/12 Luis Iribarren

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