6.12.18

¿De dónde venimos? Ex ubi venimus?

Y si existe un más allá o si hay reencarnación…
Sí que la hay, cada cuatro años Aragón puede incluso decidir disolverse desde dentro, considerar como impropio que un placa cuatribarrada aparezca en un colegio unitario de Teruel o en el último rincón de Ribagorza en un centro de salud.

Probablemente ambos equipamientos no existirían recentralizados. Probablemente estos equipamientos se le hubieran exigido al Rey de Aragón según instituciones propias, como equilibrio de sus políticas expansivas mediterráneas. Queremos perder ese norte.

Ex ubi venimus?

Celebramos el 40ª aniversario de la Constitución número n + 1931 de ese conglomerado histórico llamado España. Y no la supresión del Fuero Universal del Trabajo del pleno empleo que todos los hijos de los obreros vivimos y muchos piensan que gozamos como lo haría un votante de Trump, abolido de iure y después de facto desde el viraje Boyer por el socialismo posibilista y reconversor creo que por orden de Willy Brandt, Siemens y no Palme —pero cada vez más gente tiene memoria o información, estos frikys a los que no queríais educar—. 

En el teatro del absurdo, parece que al PSOE amalgamador de qué idea de España, solo le queden como nuevas generaciones y políticos en el banquillo a su propia cantera por cartera.

Pero no somos tan únicos los del pasaporte electrónico ES, pues con escasas excepciones todos los Estados tienen diferentes y variadas conformaciones en que no se reconoce su centralidad capitalina.

Enunciemos nombres resonantes del universo de las regiones, países o lo que dispongan ustedes: Groenlandia, Laponia, Baviera, Chechenia, Kurdistán, Nueva Caledonia, Amazonia, desplazamiento a la Abuya casi musulmana de la capitalidad de Nigeria, Patagonia, surgimiento de un Sudán del Sur no yihadista, Quebec, sí, pero también Terranova, Kosovo, tricapitalidad de Sudáfrica, región Amhara etíope o Rajastán.

Si mencionamos Aragón como nombre, cuenta con un pedigrí histórico y reconocimiento europeo incluso superior a todos ellos, solo al alcance de Borgoña, Escocia o la Hungría integrada en imperio antes de la Primera Guerra Mundial.

En todo caso, todos ellos se comportan, han sido o serán estados o territorios libres asociados hacia una amalgama común por economía de escala y defensa. No necesariamente a padecerse ni promoverse en materia de lengua, culturas propias o imprimir un sello propio, no hablamos de identitario, para la prestación de servicios sociales y educativos en desiertos poblacionales.

Ese café para todos y todo sí podría aplicarse para las comunidades inventadas en 1978, para territorios que no las revindicaron pues formaban parte de esa meta-Castilla innombrable.

De la que han surgido como una pléyade, en igualdad de derechos y competencias con los territorios forales confederados con España —acepto que se me discuta este punto— o con los reinos históricos integrados en la Corona de Aragón, una serie de comunidades con nula tradición histórica excepto cantonal, un Distrito Federal encubierto, y otras copias uniprovinciales del Principado de Asturias en forma de la Rioja, Cantabria o Murcia. 

Su población más joven no sabrá ni por qué, solo que en vez de venir a la universidad de la metrópolis Ebro, como ya no es, solo hay que usarla para comprar en sus afueras.

Entonces, parece que el problema territorial español es y ha sido más poliédrico de lo que se ha querido transmitir desde el periodismo madrileño, atendido que en meta-Castilla, excepto Galicia y Andalucía, se podría borrar de un plumazo su artificial por jurídico surgimiento. Dado que una parte importantísima de su población, de la vieja, la nueva o la extrema, votará recentralizar. Porque tienen un pariente en el ejército de mucho grado que otros no.

Las viejas regiones de Castilla-León tienen límites difusos y encierran a los conquistadores vascos americanos, hoy no federalistas habitantes de dos estados forales asociados. Navarra con su doble función y su doble geografía, nuestros primos ricos pero no en la declaración de cada año.

Solo tienen límites cerrados aquellos espacios de los que tomaron posesión en lo que quedaba de Al-Andalus y al poner los pies en el norte de África, Canarias y luego América. Perdidas Cuba, Filipinas y Puerto Rico, la Constitución que conmemoramos desmiembra por conveniencia Castilla-León un siglo más tarde en 13 nuevas taifas o virreinatos.

Dotándolas de una sui generis paridad competencial con la Corona.

Aragón no cuenta con un Churruca ni un Elcano en su no misión americana, solo técnicos botánicos ilustrados como los Azara. Tampoco hubo nada que regenerar en la crisis del 1898, de la que poco habló Ramón y Cajal y resto de intelectuales vecinos nuestros. Costa tenía un pensamiento conservador de tirar hacia adelante.

Mismo comentario cabe hacerse respecto de Cataluña, Valencia y de una Mallorca, cuyo principal exponente en América fue el creador de las misiones de San Francisco y Los Ángeles, ya en el mismo siglo de Azara, fray Junípero Serra.

No somos tan extraños y tan poco amalgamados como nos parece, solamente tenemos dos sombras pero son de una altura de secouya california. La sempervivens francesa nos flagela en este punto digno del marqués de Sade. Aunque Francia cuente con naciones históricas, hoy regiones de regiones y en varias aparece la señera aragonesa como medio cuartel de las mismas, el todo puede con la parte. La bandera francesa ondea incluso en las ondarretas eusko-francas.

La contradicción es de índole carlista y origen reciente. Es el interior rural vasco-navarro-catalán el que alienta un romántico independentismo antiilustrado.

Sin embargo, el interior aragonés despoblado por ausencia de políticas estatales para la España vacía, incentivador de una periferia que genera un Madrid-Barça para cualquier escenario, ¿votará siempre en código neocarlista español para penalizar la pujanza de Zaragoza porque es que se está inventando Aragón?

Es una nacionalidad la nuestra más que histórica que se comporta de un modo políticamente más que raro. Renegando de dónde viene por omisión… Estamos solos en la galaxia, no acompañados.

04.12 Luis Iribarren.

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