Hoy los tractores aragoneses han invadido la ciudad de Zaragoza en un recorrido largo que no se ha quedado en quejarse a los políticos, sino en hacer saber a toda la sociedad que están muy cabreados. Son los mismos tractores que logran cosechar las verduras y cereales que comemos los zaragozanos, así que tampoco es un drama conocerlos de cerca, aunque vengan a molestarnos. Comemos de ellos. De momento.
La agricultura es un inmenso, un enorme negocio. Pero no para los agricultores. Ahora tienen que comprar las semillas a los mismos que les venden los productos químicos, que son los mismo o parecidos que les compran los productos que ellos producen. Es decir, el círculo se cierra y ellos son unos meros obreros de sus campos, pero nada más. Todo el resto del proceso lo tienen tasado. Los “listos” hacen las cuentas al revés. ¿Cuanto necesita un agricultor para vivir? Pues ese el beneficio que le vamos a procurar. El resto se lo cobramos en semillas, en gasoil o en fertilizantes, además de pagarle el precio que a nosotros nos de la real gana y de obligar a plantar una cosa o la contraria. Pues si no es así, no se la compramos.
Es normal la tractorada. Poca cosa es de momento. Que el cabreo es muy alto. Hoy es por el precio de los combustibles, pero mañana será por otra cosa. Apuntarlo.
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