24.12.19

El barrio de Montemolín de Zaragoza quiere conservar su memoria

Ayer tuve una muy interesante reunión de trabajo con la directiva de la Asociación de Vecinos Larrinaga Montemolín donde me plantearon algunas excelentes ideas para que no se pierda en la memoria colectiva la realidad del barrio de Montemolín, su existencia histórica y la importancia que como localidad pequeña dentro de una gran ciudad, tuvo en todo el siglo XX.

Ejemplos tenemos en Zaragoza de barrios que han ido perdiendo su propia personalidad histórica y su valor diferenciador de unos tiempos muy distintos a los actuales. Me vienen a la memoria fácil los ejemplos de barrios casi perdidos en la memoria colectiva como el Boterón, Sementales, Bozada, Espartidero o incluso La Química o Ciudad Jardín, aunque siempre nos queda la otra realidad de Distritos Municipales de Zaragoza que han sabido conservar claramente sus divisiones menores de barrio.

El Rabal es el ejemplo más claro y contundente con la existencia viva del Picarral, Arrabal, Barrio Jesús, La Jota, Vadorrey, Cogullada, Av. Cataluña e incluso San Gregorio. Curiosamente todos ellos con sus propias Asociaciones de Vecinos, muy activas.

En Montemolín tienen muy claro que hay que recopilar, hay que guardar y publicar, mostrar y enseñar todo el enorme valor urbano, monumental, histórico y social de su propio barrio. No deben (no quieren) consentir que se pierdan las realidades sociales de un barrio que durante décadas estuvo encerrado en sí mismo por cicatrices urbanas y que lo convirtió en una ciudad dentro de otra ciudad mucho más grande. Una zona muy interesante que no ha contado todo lo que realmente fue para Zaragoza.

Pero si bien el urbanismo clásico, las calles, los edificios o los monumentos, son fáciles (¿fáciles?) de conservar, las historias sociales se pierden inevitablemente si no somos capaces de recuperarlas y guardarlas. 


Personas, comercios, servicios, empresas, fiestas, pequeñas historias que marcaron el devenir de una zona muy concreta de nuestra Zaragoza y que hay que conservar con la obligación de que nos invade el reto de los últimos años, para poner en valor algo que se va perdiendo por lógica. La memoria siempre es frágil.

¿Qué no daríamos hoy por conocer con detalle los comercios, la vida social y las personas de la Zaragoza del siglo III o del siglo XV? 

Pues algo similar se puede hacer todavía con el siglo XX, espacio temporal que vio crecer una Zaragoza desde sus 90.000 habitantes hasta los más de 600.000 del año 2000. Que vio nacer barrios que en un solo siglo van desapareciendo absorbidos por equivocaciones administrativas, como dividir Montemolín en dos, para romper su historia por la mitad a través de una calle que ni es de Las Fuentes ni es de San José.

2 comentarios:

José Antonio Prades dijo...

Muchas gracias por este artículo y por la charla tan llena de recuerdos.

Ajovin dijo...

Bueno, no, lo importante es trabajar, construir, no olvidar. Tan solo eso. Un abrazo