10.6.19

Cuarto Espacio feliz, circular Toñín-Adrián por el Somontano ibérico zaragozano

Una vuelta circular desde Zaragoza vía Pedrola hasta el Sistema Ibérico atraviesa en su decurso todos los ecosistemas posibles de Aragón menos el alpino. Dada la orientación norte de las faldas de sierra, ricas en carrascas, enebros y algún chinebro y sabina, es una tierra feraz para el cultivo de árboles leñosos. Tierra blanca de polpa, yesos con algo de arcilla para recoger esos 350 litros que escasamente caen.

Desde Zaragoza bosques de ribera jalonan la norte del eje verde del Padre Ebro nilótico.

Extendida la escasa e inicial Ínsula Barataria por acción del canal de Pignatelli contra yesos salitrosos recortados en jornada de cierzo. Portadores en su vientre del feto de sal de gema de Remolinos.

Sube la carretera de Pozuelo-Fuendejalón por territorios calcinados, que serían pastados en su día por la resistente rasa. Aparentemente desérticos pero abundantes en aliagas, aromáticas y tamarices –indicadores de yesos salitrosos-, se trata de una faja de diez kilómetros en que se concentran los planerones de Mediana-Belchite y los desiertos calandinos.

No son gigantes lo que veréis culminando los cerros, sino bosques de molinos que garantizarán la autosuficiencia y exportación energética desde Aragón que termine con la amenaza nuclear bearnesa.

Vamos a enronarles de megavatios limpios con alminares bauhaus y almuédanos silbantes. No son molinos neomudéjares por concepción pero sí si atendemos al resto de los sentidos.

Tras el breve decurso blanco roto salino matizado por campos de rojo púrpura ferruginoso, paisaje recortado contra el poderoso dios Moncayo que completa horizonte tras cada curva, los oasis-valellas de Pozuelo y Fuendejalón anuncian por etimología de estas poblaciones la abundancia de aguas que generan el milagro de sus vinos. Estamos ante varios de los mejores pagos del mundo. De garnacha feliz y otras posibilidades…

La veta de agua que los propicia y asegura es de excelente calidad. Ni caliza ni ferruginosa, seguramente es la causante de la nobleza y nula aspereza de estas cepas.

Surgiendo con una frialdad de altiplano castellano que permite la plantación del varietal verdejo, de sublime resultado, por Bodegas Aragonesas. Les emplazo a intentar un pinot noir.

Son aguas desviadas por capas freáticas de la Cuenca del Duero, como lo son las que provocan en Vozmediano el nacimiento del Queiles. Dador de agua mineral para crear esa maravilla de cardo crujiente y delicado como es el rojo de Tarazona.

Mueren los manantiales en un milagro natural: los fascinantes Ojos del Pontil de Rueda. Es un espacio irreal en la estepa por la pureza de sus aguas y tan fascinante por cromatismo como las lagunas de erupciones volcánicas del desierto de Danakil etíope o el célebre Charco de los Clicos, de Timanfaya (Fuerteventura).

Desde la ubérrima Fuendejalón, la carretera DAF-Scania del altiplano norte ibérico zaragozano, discurre con la Vicora y el Algairén como fondos propios de Judea o del Atlas marroquí. No son en absoluto asombrosos los rostros tártaros de los zaragozanos del sur, de cincelado árabe pomulado, pelos rizados negros contra ojos verde brillante oliváceos. Complementarios del rojo cereza, los portan los dos homenajeados y muchos de sus vecinos.

Un oscense percibe al instante su condición parca e inteligente, grandes conversadores con acento baturro solo para empentar y delicadeza en el trato de retrogusto.

Las escasas aguas de barranco generan una faja de cinco kilómetros de vida que sería la envidia de Galilea o Jericó. En ese entorno parsi, ocupado por un bellísimo huerto de cerezos, se produce una fruta dulce y cristalina única en el mundo. Además de apreciados y dulces ajos tiernos.

Vuelta por la Almunia y su oasis-huerta, tal significa etimológicamente el nombre de la villa universitaria. La subida de la Muela, devuelve los bosques cervantinos de molinos coronados por cúmulos.

Dos localidades emblemáticas han sido el punto de atención de la circular. Regidas sin reblar por dos modelos de gestión aragonesista municipal. Dependemos tanto de esas cabezas visibles e indiscutibles para aplicarlas que al parecer no tienen ni tendrán nunca derecho a jubilarse…

Al menos cuando lo hagan mirarán Aragón de otra manera desde el Mausoleo del Ché en Santa Clara… Aragoneses de costumbres e ilusiones sencillas y realizables…

10.06 Luis Iribarren