7.6.19

Zaragoza no puede consentir perder a CHA

Mientras los posibles cambalaches aumentan en la política de la Zaragoza huérfana de claridad, a uno le toca ir despidiéndose de sus voluntarias responsabilidades de estos años. En unos casos por ética como ayer cuando les dije adiós a mi Presidencia de un Consejo de Salud sin que nadie me lo exigiera pero por lógica con los resultados decididos por los vecinos de mi barrio zaragozano, y hoy a los espacios físicos de mi Grupo Municipal, donde las cajas de cartón ya se amontonan para recoger apuntes, libros viejos, libretas o bolígrafos a medio usar.

Nunca las despedidas son agradables, pero por desgracia uno ya lleva varias en su vida y casi nos vamos acostumbrando. No es un adiós en este caso, sino un “nos veremos en el otro lado” pues Zaragoza no puede consentir perder a CHA, aunque así lo hayan querido los mal informados ciudadanos que han ido (o no han ido) a votar.

Estar fuera del tablero es tremendamente frío, asquerosamente complejo, pero se puede estar y lo que es más importante, se debe estar. Yo voy a estar. Y sé que no todos los compañeros de viaje van a estar en el nuevo tramo, y sé también que mis muchos años me llevan a estar en la posición de retaguardia extrema, si acaso para servir bocadillos de mortadela. Pero da igual. Siempre he sido muy de intendencia, bastante de ingeniería de la que no se ve, pero con algunos toques de inteligencia militar. Dirán los muy críticos que poca inteligencia militar se me supone cuando no ví venir los resultados. Os voy a dar un secreto.

El día de las elecciones se me ofreció jugar una porra. Los protagonistas de la misma pueden asegurar qué resultado dí. Fuí tan gilipollas que lo acerté todo. Y tengo testigos de libreta. Y todavía apuntada en mis notas tengo una cifra tristemente real y mágica. Un 4,8% que dejé una semana antes del domingo electoral.

¿Por qué acerté si todo el mundo hablaba de otros resultados muy distintos para CHA en Zaragoza? Pues porque aunque conocía datos en brutos de sondeos del PSOE y del PP, y más limpios de algunos publicados en medios, a mí  algunas “cositas” no me encajaban. Algunos errores me parecían suficientes como para restar en vez de sumar en la última semana. 

Pero yo siempre he sido espectador de lo hermosas que es la política. Sí, lectores, la política voluntaria y que me cuesta dinero, es tan hermosa como colaborar en una ONG, donde también puedes ayudar a que las injusticias sean algo menores.

Que no os engañen, la inmensa mayoría de los políticos que he conocido y de todos los partidos políticos, pierden dinero por hacer lo que les gusta, dedican mucho más tiempo personal del que os imagináis, nos llevamos bastante bien entre nosotros, y nos jode un huevo que la sociedad crea que es un trabajo de jetas y de ladrones. Y cobramos muy a gusto a través de la satisfacción de ver pequeños logros en las personas.

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