LA TRAGEDIA DE BIESCAS
A veces, hechos inconexos en el tiempo y el lugar, dan como resultado el mismo determinismo desastroso para la humanidad. Biescas y James Monroe están más unidos de lo que los aragoneses nos creemos.
El próximo 7 de agosto se van a cumplir 25 años de la tragedia de Biescas en la que 87 personas perdieron la vida. El funcionario del Servicio de Conservación del Medio Natural del Gobierno de Aragón, Emilio Pérez de Bujarrabal, emitió un informe desfavorable a la instalación del camping “Las Nieves”. Este se hallaba en un cono de deyección que en el pasado había dado muestras de su peligrosidad. La naturaleza, que es sabia, puso al espino amarillo como alerta y señal visual. Huir de ahí era la mejor opción. ¿Por qué? El científico y botánico, Pedro Montserrat Recoder, dijo sobre este arbusto: Es mata de mal agüero, de ambiente torrencial, de rambla indómita que algún día volverá por su fueros... Hay lugares peligrosos y nuestra planta cicatriza las heridas del paisaje, pero su presencia debe alertarnos.
El párrafo anterior es una relación detallada, fría de una autopsia que destripa una tragedia: pésima ubicación del camping, señales de aviso y negligencia a la hora de valorar los informes desfavorables de expertos. Ya conocemos las consecuencias.
Pues bien, una vez expuesta de manera esquemática los hechos, pasamos a ver cómo Biescas, tristemente recordada por este hecho, guarda relación con Estados Unidos y más concretamente con las palabras que James Monroe pronunció un 2 de diciembre de 1823: América para los americanos.
AMÉRICA PARA LOS AMERICANOS
Esta idea, que todos los presidentes norteamericanos (da igual si son demócratas o republicanos) han desarrollado con tenacidad devastando a América Latina, cuenta con la misma autopsia que anteriormente mencionaba y las autopsias, ya se sabe, siempre son el resultado de la ausencia de vida. ¿Hubo vida en América Latina? Si en otro artículo ya hablaba sobre la gran tragedia que tiene África al ser carne de colonizadores, qué se podría decir de las tierras al otro lado del océano Atlántico.
Ninguna colonización es buena cuando la rapiña, avaricia, dominio es el único valor a tener en cuenta. Pero también es cierto que nada tiene que ver la colonización que se hizo en siglos pasados, aquí los españoles sabemos de lo que hablamos, con la que se viene haciendo en las últimas décadas. Antaño el concepto de derechos humanos, racismo, libertad eran términos que no se sabían ni lo que eran. Esto no es una disculpa para los españoles o para otros colonizadores del pasado, pero sí es cierto que, cuando en el siglo XX y XXI, estos conceptos ya los tenemos asumidos (a no ser que seas un cafre que defiendas ideas propias de la extrema derecha o de la derechita cobarde que, en esencia, son lo mismo) y todavía los negamos con discursos paternalistas, mentiras y explicaciones rimbombantes, es cuando sale a relucir la hipocresía de una sociedad que nunca dejó, en el fondo, de dividir el mundo en dos: colonizadores y colonizados.
Por tanto, estableciendo paralelismos entre la tragedia de Biescas y el lema América para los americanos y yendo más lejos como es la observación de la naturaleza, tanto en su belleza como en su fuerza destructora para dar respuesta a la conducta humana, vemos que no hay gran diferencia entre la tragedia de Biescas y la geopolítica de Estados Unidos.
AMÉRICA LATINA: EL GRAN CONO DE DEYECCIÓN
El gran cono de deyección que es América Latina ha sido la desgracia para sus pobladores. Fue y es el gran desagüe y el sumidero de la avaricia yanki. Esta avaricia se hace a costa de lo que sea. La más evidente la imposición, mantenimiento y silencio de dictaduras cruentas que dieron lo peor de la naturaleza humana. Cuando oigo a políticos norteamericanos defender la gran democracia norteamericana, me entra la risa. Lo mismo que cuando veo a hombres con ideas y actitudes machistas condenar la violencia de género sin saber que, para que exista esta, han sido esos hombres los que la han propiciado, porque una violencia física, psíquica antes tuvo una justificación y una ideología.
¿Pero qué ocurre cuando ese gran cono de deyección ha vertido todo el mal? ¿Qué se hace cuando la gran riada neoliberal ha dejado la destrucción? ¿Es posible vivir allí sin sentir dolor y desesperanza? Esto es lo que ahora los norteamericanos temen preguntarse porque saben la respuesta después de verter durante décadas grandes riadas de destrucción en América Latina.
Ante una avalancha el ser humano tiene el mismo comportamiento: intenta bloquearla, taponarla. ¿Lo consigue? En apariencia, sí. Por unos instantes. Luego las avalanchas inundan la quietud y exigen el dominio de lo que fue suyo. ¿De verdad creían los norteamericanos que, después de décadas de apoyar gobiernos corruptos en América Latina para consolidar la riqueza de su multinacionales, la pobreza de los pueblos pisoteados no iban a ser grandes riadas que harían el recorrido a la inversa?
Donald Trump y sus seguidores detestan lo latino. En algunas zonas de Estados Unidos los latinos son predominantes. Y esto molesta. Porque los WASP (White, Anglo-Saxon, Protestan) se sienten amenazados. Lo reitero, es la riada a la inversa. Todos los imperios, el yanqui no iba ser menos, tienen su declive y Estados Unidos está asistiendo al suyo. Geopolíticamente pierde fuelle y la población ¨blanca¨, en apenas dos décadas, tendrá enfrente a un 30% de población latina y un 14% de población afroamericana.
U.S.A. es reconquistada, sin dar un tiro, solo con el dominio del color de piel y la lengua de los latinos.
ESPINOS AMARILLOS EN AMÉRICA LATINA Y U.S.A.
Los espinos amarillos, que avisaban del peligro en el caso de Biescas, son y siguen siendo las materias primas y los recursos naturales en América Latina. Una tierra yerma no genera ansias de conquista ni expolio. Las consecuencias de la gran riada neoliberal trajo la muerte y la pobreza. No hablo de una muerte espiritual, que también, sino de la muerte física de miles de personas torturadas por discípulos dignos herederos de los nazis. Tampoco la realidad está muy alejada si se tiene en cuenta que América Latina fue el refugio de más de un nazi tras la Segunda Guerra Mundial.
Pero qué ocurre cuando oprimes a un pueblo durante décadas. Llega la pobreza, el crimen, la violencia y se huye hacia el norte. Ese es el gran temor de Estados Unidos, máxime cuando ahora ve que, en sus propias fronteras, sus ciudadanos están enconados por un futuro incierto. Estados Unidos tiene el enemigo en casa. Si se aniquila la clase media norteamericana, sale la barbarie.
El cono de deyección en Estados Unidos no está fuera de sus fronteras. Mientras esto fue así, no hubo problemas. Pero cuando tiene el tsunami de inmigrantes que colapsan su frontera sur, cuando los pobres aumentan dentro de sus fronteras, cuando el racismo sigue vigente, cuando, en definitiva, el desamparo y la desesperanza del norteamericano medio va en aumento llega el temor de que aquello que se sembró en tierras ajenas se expanda al propio.
La tragedia de Biescas nos enseñó que la prepotencia humana de dominar la naturaleza trajo la barbarie. ¿Aprenderá esta lección los países que pugnan por ser líderes económicos del mundo? ¿Saben cuáles son sus conos de deyección dentro de sus fronteras? ¿Verán los espinos amarillos como señales de peligro? El mundo, tras el caos económico y social de la pandemia, tras décadas de políticas neoliberales y practicando un capitalismo salvaje, está en un difícil equilibrio entre civilización y barbarie. Se admiten apuestas por saber quién ganará.
OLGA NERI
2 comentarios:
Genial, Olga. Te superas en cada artículo
Muchas gracias.
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