En el año 1976, el semanario Andalán publicaba esta viñeta sobre una reivindicación del campo aragonés, en concreto sobre las afecciones que para la vida rural tendría la construcción de la autopista Zaragoza - País Vasco. Nunca está bien exagerar aunque a veces para poner el dedo en la llaga de los problemas y que se tengan en consideración hay que exagerar un poco.
El principal problema era de respeto al mundo rural. La concesionaria de la Autopista quería pagar mucho menos por los terrenos que tenía que expropiar, amparándose en que era una decisión tomada para el Bien Común. No sabemos bien de qué Comunes estaba hablando con esas decisiones, pues luego el precio por circular por esas autopistas iban a ser tremendamente altos.
A los agricultores se les obligaba a vender para beneficios de una empresa, aunque efectivamente también era beneficio para un territorio. Pero no tenía sentido que algo que no habían decidido o provocado los propios agricultores fuera utilizado para minusvalorar el precio de sus posesiones.
Mallén, Alagón o Figueruelas se unieron con asesores comunes, para defender sus intereses. Luceni, Pedrola y Cortes admitían los precios que ofrecía la empresa. Pero en aquellos años las empresas eran muy poderosas y sus asesores más, y sabían jugar al dividir, y así intentaban ofreciendo precios más altos a los pequeños propietarios, que no fueran todos los agricultores dueños de tierras en el mismo paquete de asesores.
Eran años complicados para defender los propios intereses, pero leyendo estos problemas, vemos que casi 50 años después seguimos en situaciones parecidas, pues los peces grandes siempre intentan comerse a los pequeños de un bocado y sin dejar huellas.
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