2.1.20

Feliz Año Nuevo con aroma a lavanda de Teruel

Teruel se ha colado en vuestra agenda, porque en la mía digital ya sabéis que siempre estuvo, y me da lo mismo qué proyectos dirijan sus arquitectas casadas con diputados.

El 2019 fue un año de personalidad propia en Aragón sur, de trufa cara, de jamón que se puede exportar, de nieve en la sierra, de visitas de Ken Loach. Hay que seguir por el mismo camino. Los pinos negros de Gúdar aguantan sin secarse otro año más, se ha hecho una pista de eslalon seco experimental y poder ver el firmamento desde Javalambre será posible.

Grupos de japoneses pernoctan con habitualidad para visitar a Los Amantes, se reparan aviones sin conocimiento y se anuncian megavatios solares como para derribar a Mazinger Z.

La moda cobra protagonismo como sector costurero de recreaciones históricas, como excusa para la creación de un centro de diseño que tome por bandera el legado de Pertegaz, como feliz realidad de presente con la participación en la New York Fashion Week de diseños de la firma Anhelébloom.
Que son los legítimos y capaces sucesores del maestro de Olba tanto como de los talleres de costura de vaqueros del Bajo Aragón, y que emplean a los integrados en la preciosa iniciativa que es el Centro Especial de Empleo de la Fundación Térvalis.

Como lo que va bien no hay que tocarlo, el azafrán, la almendra y pistacho, el queso envuelto en vino y las cosicas trufadas allí siguen, como la Fundación Santa María de Albarracín.

Pero hay algo nuevo que huele, y huele a sentido común y Alcarria. Se están empezando a plantar aromáticas.

Teruel será azul cerámico y morado lavanda a no tan largo plazo.

Con esa imagen floral de presente, futuro y para la integración laboral os desea este oscense amante del Aragón del Sur que vuestro año florezca.

Como Aragón puede y debe convertirse en el principal destino de floración europeo si empieza para serlo para nosotros mismos.

2.1.2020 Luis Iribarren

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