21.1.20

Estado de derecho, sin paliativos. Héroes en la Sanidad aragonesa

Feliz día y que la enfermedad no nos asole. Cuando lo haga, allí estará Aragón. 

Por qué será que solo en contadas ocasiones se ponen en la palestra inventarios sobre pérdida de calidad sanitaria, sobre estadísticas relacionadas con listas de espera y retrasos en la evaluación de la dependencia.

Si gobiernan opciones defensoras de la vida sin calidad, sin embargo, no sucede. Sus bases buscan, pagan a veces y sobre todo administran soluciones de delegación sanitaria, educativa y hasta nutricional. No legislan sobre lo que no padecen, expresado en primerísima persona y no en representación. Tienen un concepto del amor no relacionado con el de limpiar mierda y vómitos, cool.

Porque aquí siempre es la cuestión es para quién se debe legislar y presupuestar y si ese quién incluye como alcance la clase media baja y los perceptores de ese demoledor welfare por ser ciudadano. Que son los completa o estructuralmente apartados por el sistema laboral que a veces, pero no siempre, levantaron España.

Es un cedazo que purga paja sin desbastar. Lo sé porque son de mi generación y los y las hay con mala suerte pero también rotos por una vida elegida –así, en genérico- que han tenido la enorme suerte de nacer europeos para restañar sus heridas de vida elegida.

Además métase en la ecuación romántica aragonesa si las declaraciones de derechos incluyen o no a los territorios por debajo de diez habitantes por kilómetro cuadrado donde Correos, las telecomunicaciones y resto de servicios privados no es que no ganen, es que palman por goleada. 

Sin embargo, se trata la prestación en ellos de servicios como una necesidad social para que Aragón no se parezca a esa Australia o estado de Nevada azotados por incendios entre highway y gasolineras. Para que Leciñena o Siétamo no sean un escenario a lo “Bagdad Café”, una parada de postas con máquina expendedora.

Mientras tanto nuestro sistema social de élite a nivel mundial, muy por encima de lo que nos y os tocaría en términos de poder de facturación, nos sigue atendiendo en ocasiones de forma heroica y provee unos servicios sanitarios y educativos que siempre y por ley mereceremos. Quede eso claro y vaya por delante. Está cómo lo devolvemos contribuyendo, pero quién entre en ese tema…

Parece que no lo veamos pero cuando se da una clase de inglés en itinerancia en un colegio de las Altas Cinco Villas, somos atendidos en urgencias sin que toque, nos hacen análisis diversos que por el mundo suponen 150 dólares a familias con una renta total con buena suerte del doble…

Incluso si asistimos en directo o por los medios a un rescate de un esquiador o montañero que ha ido por gusto, a quien su seguro federativo le cubriría lo que le cubriría de repercutirse el helicóptero… Podemos atestiguar las enormes bondades de nuestro sistema social cuando despierta de su letargo, cuando actúa para extinguir focos, cuando da ayuda humanitaria al samaritano africano…

Solo pasa bajo tensión, solo se analizan casos por falta de medios y parece que se conceda la dependencia a las puertas de la muerte abusando del analfabetismo funcional de sus solicitantes. Como es cierto que se carga en familiares toda la atención sanitaria que se puede por derrumbre presupuestario programado…

Pero cuando llegan los ángeles paliativos de la vida o los extinguidores de incendios en forma operística y sinfónica, siempre me planteo que esos servidores públicos son insustituibles en términos hasta religiosos. Paso a creer en el más acá.

Una unidad sanitaria recorriendo pisos para consolar y paliar de por sí justifica esa prórroga para solucionar verdaderos y dramáticos problemas personales que nos expenden todos los apóstoles del derecho a qué vida, en qué condiciones, en qué sitio y con qué apoyo semiesclavo.

Y que a la chita gritando, sin embargo, ya llevan cuarenta años casándose por cualquier rito y con cualquier pareja, aprovechándose de semanas blancas para hacer su pasión subvencionada, para percibir dependencia declarando la derogación del impuesto de sucesiones sin renunciar al mamandurrio en vida, siendo políticos profesionales de todos los sistemas y de las cuatro capas de administración, divorciándose a conveniencia e incluso, y es muchísimo decir, pudiendo estudiar tres idiomas free en Catalunya, Fraga o Betanzos.

Quiero y defenderé nuestro sistema sin paliativos, homenajeando a toda la base hija del mundo obrero pero de cualquier otro que nos está atendiendo al 140% por vocación y por tener garantizados suficientes recursos. Espero a esos nuevos diez millones de brazos, ojalá lleguen con ganas y formación, que nos ayuden a vislumbrar normalidad y milagros.

Para Pilar Muro, de Borrastre (Sobrarbe) y todos quienes, contra todo pronóstico pero un corazón como una copa de carrasca, todavía la pueden seguir tocando.

21.01 Luis Iribarren

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