La Plaza España de Zaragoza es muy fotogénica, siempre lo ha sido y uno de los iconos de nuestra ciudad. Hay cientos, puede que miles de imágenes distintas de una plaza que ha cambiado bastantes veces con los años y siempre ha sido el centro de la vida social y urbana.
El gran acierto de esta plaza radica en el diseño de su Paseo de la Independencia, una idea francesa de los años de ocupación tras la Guerra de la Independencia, que se dejó en el cajón hasta que ya en 1870 se realizaron las obras.
En 1811, el gobierno francés que ocupaba Zaragoza decidió crear una gran vía triunfal aprovechando el espacio creado entre la actual plaza de España y la plaza de Aragón, en gran parte destruido parcialmente por los ataques franceses de Los Sitios. Querían ordenar esos espacios, limpiarlos y dotar a Zaragoza de una nueva idea urbana.
El arquitecto municipal de aquel entonces Joaquín Asensio, siguiendo las ideas ilustradas y el modelo de la 'Rue de Rivoli' de París, diseñó el primeramente llamado Paseo Imperial con una plaza en el centro de su longitud y no al final como finalmente se hizo para crear la actual Plaza Aragón.
Aquella obras del actual Paseo de la Independencia duraron poco, se limpió el espacio, se plantaron árboles y se pusieron algunos bancos para darle forma teórica a un paseo ciudadano en las afueras de la entonces Zaragoza muy herida y sin casi habitantes. Cuando los frances abandonan Zaragoza, a finales del año 1812, las obras se paralizan.
Bajo el nombre de Salón de Santa Engracia y con los arquitectos Martín de Garay, primero, y Tiburcio del Caso ya en el año 1833, las obras continuaron lentamente, pues era mucho lo que se tenía que reparar de una ciudad destrozada por la guerra.
Algún día hablaremos de la reforma que supuso destrozar el paseo central lleno de árboles como en la actual Gran Vía o Ramón y Cajal actual, y cómo se iba informando por la radio de los numerosos cadáveres que se encontraban en su subsuelo.
La imagen de arriba es del año 1899.
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