También deberíamos copiar las bancadas de sus bares, de sus pub donde sentarse al lado de otras personas es un ejercicio de convivencia si se quiere. Aquí somos mucho más de mesas pequeñas, casi individuales.
Las ciudades de niebla como Zaragoza son ciudades encogidas, retraídas sobre sí mismas pues no es fácil encontrar salidas desde la masa falsa de la humedad espesa.
Y es lo que nos sucede en Zaragoza, que no somos ni dejamos ser. Ni tenemos el tamaño ni la rasmia para ser, ni a veces lo queremos. Creemos a veces que escondidos entre la niebla ni se nos ve ni falta que nos hace.
Para compensar tenemos algunos atisbos de luz como la inauguración de la reforma del Mercado Central que ha sido una fiesta de luz y color. Debe ser para intentar salir de la niebla.
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