Yo quiero conocer a Manuel Vilas por haber puesto en el mapa de la literatura un edificio anodino. Post Expo, aislado en un no barrio del Actur Sur. Glosando su propio uso utilitario por descarnado, no en el sentido racionalista italiano. Y el abuso de los espacios no familiares por los sujetos pasivos de las custodias compartidas. Mitad del tiempo de casi nada que compartir.
Porque ha descrito la extrañeza del final de los cuerpos Varon Dandy. Su sustitución por batidos y terapia ocupacional. El final de la generación acuerpada que levantó a pulso brabanes, vistiendo los que fueron altos trajes como Loquillo, prendas de sport como Steve McQueen… Cualquiera podía ser extra en Espartaco y los planes de desarrollo los aprovecharon como aprendices de más de treinta años…
No ha dejado nada que describir que no me hiele. El contacto dulce pero extra seco con vecinos de hora de supermercados, mayores varados en la ciudad capital de su no reino echando de menos su vida de puertas abiertas. Las barras desoladas y cada día más desasistidas de parroquianos de cualquier bar de barrio… Lo desangelado de su día a día se acucia en ciudades de poca proyección externa y sin gente de paso…
Se ha ido a vivir a la América aragonesa, donde el páramo monegrino ocupa tres estados… Para enseñar en una ciudad como Huesca pero donde no le preguntan quién es en actos públicos. Ni nadie le cuestiona por jugársela y dejar su vida de funcionario.
Vive sin esa presión, volviendo constantemente. Es portada de un café librería de Palma. Un aforismo acompaña el café o vino blanco en terraza. Es un viento aragonés que no se llama tramontana.
Quiero conocerte, Vilas Manuel.
Desde la certeza de que mi mes favorito y el de los míos en Berdún también era junio y por él se pasaba el año.
Desde compartir que la visión de un hayedo en Zuriza era el único espacio para calmarnos, para que dejaran de ordenar siempre los hombres… Aún hoy dependientes de su ronda de vino… En la comida de cada familia de migas y cordero…
Si no dicen que no hay vida. Tú te has inventado otra. La de mi abuelo cortador de secuoyas, diez años en Nevada y California, que ya ha descrito Atxaga.
Me habéis dejado sin memoria al imprimirla.
Por eso quiero conocerte.
Te escribo estas líneas. Mirando a Tortosa desde el puente de Hierro, como tú hiciste. Después de saludar a quienes coinciden conmigo en el Día, casi todos con cierto origen oscense. Es el Distrito 14, vecino al 15. Nuestra salida mítica.
Camino de esos dos vinos que serán Somontanos y me dejan retrogusto a Barbastro.
Luis Iribarren, 12 de noviembre. Arrabal pero Palma
No hay comentarios:
Publicar un comentario