FERIA DE BIESCAS DE OTOÑO, PUNTO DE ENCUENTRO DE LA MONTAÑA, 25º ANIVERSARIO. También para Tere Lamenca y Victorián Solano, del Sarao de Escarrilla
Juntamente con los premios anuales a los quesos aragoneses que concede la Feria de Biescas, este año al desconocido para mí queso de Fraga denominado “Mas del Tano”, en esta ocasión también fue premiada una artesana.
Una jacetana que vio recompensada, en representación de los feriantes que han dado lustre a este encuentro post-pilarista de la montaña, su larga trayectoria como expositora en ese pulso que la feria hace en el mes de las setas contra el abismo de despoblación del Pirineo. Tardes largas de otoño, esperando a la muerte…
La feria de otoño de Biescas ha alcanzado su XXV Aniversario con la Ronda de Boltaña como plato fuerte. Su actuación ante montañeses siempre es más emocionante, entonadas sus canciones como himnos por todos los asistentes.
Cuando nos advierten, con su propia crisis vegetativa y de reemplazo en Boltaña a cuestas, de que no tenemos que dejarnos perder más nuestra historia y nuestra tradición oral, que vivir en el Pirineo es posible. Ya incluso es necesario que volvamos quienes salimos o descendemos de quienes salieron, porque los pocos niños que quedan y se educan, por efecto de la globalización y sus propias aspiraciones y legítimas expectativas, rara vez vuelven. Si hay que mantener servicios, podrán hacerlo u otros establecerse.
Lugar hermoso pero de vida todavía dura.
Así que un día perfecto es aquél en que pasando por Lárrede y Busa, te sumerges en el silencio dorado de Betato, con una luz cierzo que afila y recorta el gris lápiz basalto de los Infiernos.
Un día de sonrisa permanente y sencillo que te invita a coger hojas, a beber agua no tratada de barranco en Gorgol, a tomar un café reposado en Escarrilla con tus antiguos jefes de Serrablo-Sobrarbe, en las tazas de loza pesadas que se han quedado porque no son acordes con las exigencias actuales del gin tonic con pepino. Las tazas blancas en que yo ponía el café solo y con leche al final de los años 80 y donde a mí me sabe todavía mucho más bueno.
Aquella montaña con retejadores de pizarra que ya no se pone, cuadrillas enteras de gallegos.
Y, tras ello y hablar de Guinea, donde fueron Solano y mi querido panadero Emilio Benedicto de Berdún, poder bajar en muy poco tiempo a Biescas a degustar asombrosos quesos de toda la montaña y todo Aragón y Bearn, probar deliciosos helados de yogur y regarlos con la cerveza artesana de Tramacastilla o el vino de altura de Arrés-Puente la Reina, mientras aprecias a los artesanos de tu país.
La Ronda cerró una celebración, donde se homenajeó a la cantera de Torrijos, que traemos como aragonesa. Puesto que Teresa Ramón es una artesana del oficio, del oficio necesario para embellecer o poner un detalle que recuerde a la tradición pirenaica en las nuevas edificaciones y pareados tan poco vividos.
Un día perfecto es aquél en que con una luz carmesí intensa y con el resto de colores de barras de labios que puedan imaginarse, ves la puesta de sol recortando Oroel desde Monrepós, dando una luz rosa u blanca y rota a cada media montaña del Pirineo Occidental.
Y todavía te da tiempo de disfrutar conduciendo de un atardecer sudafricano y australiano, que se alarga por más de media hora, cuando bajas a la Hoya y la Violada…
08/11 Luis Iribarren
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