27.11.17

Árboles singulares de Aragón 7: cipreses coloniales en Daroca y Seira


El clima de Aragón, y este mes por todos es un claro ejemplo, es un fitosanitario natural, impide plagas. Fundamental función ahora que está subiendo la temperatura global.

También la molesta y reumática niebla, como en el caso de los alisios, ayuda a los árboles y frutales de las riberas de Ebro, Cinca y Jalón a madurar cuando toca, a que su flor no se hiele. La llevamos peor los humanos que la botánica circundante que la necesita.

Nuestro clima ya recalentado –el Sáhara y su efecto se extiende al norte y sur también hacia nosotros- tiene que poder mantener sequedad y humedad sin precipitaciones en invierno para, en combinación con una fuerte insolación –demasiado fuerte a matizarse-, ocasionar el milagro anual de la fragancia especial a melocotón y canela de nuestros vinos, la almendrada rotunda de nuestros aceites, la dulzura y dureza de nuestros melocotones o cerezas… También el trigo y cebada Aragón –dinástico-, aunque se produzca poco, es ventilado, asoleado y rico en proteínas… La alfalfa, qué decir, la mejor del mundo… La almendra marcona, entre las mejores…

Nuestro clima es un inconveniente si la poca y cada vez menos agua se usa para arroz a manta o su uso no se tasa, no hay contadores en Jaca o se puede regar de cualquier manera en la Violada, pues los derechos históricos de riego se mantienen aun regando mal.

La poca humedad ambiental todos vemos que no da para bosque atlántico por el efecto Foehn. No hay muchos hayedos ni abetales, más que en escasos paquizos –ubagos- montañeses. Por tanto, no se pueden repetir jardines botánicos espontáneos como el Señorío de Bértiz-Arana ni son posibles en Aragón los ejemplares que adornan la arquitectura indiana del siglo XIX que rodean casonas y palacios en Euskadi, Cantabria y Asturias, y que tanto gustan en este blog. A mí, particularmente, las que rodean y embellecen la costa de Llanes.

Los indianos intentando reproducir el ambiente tropical de ceibas, amarantos, árboles de caucho, plataneros, buganvillas y hasta orquídeas… Eso es en Aragón dramáticamente imposible.

Sin embargo, en determinados enclaves de Aragón, sí tenemos reproducido a pequeña escala en torres o casas de indianos, la familia ciprés al completo: secuyas sempervivens, pinsapos de Grazalema o abetos con gran porte.

El lugar más especial de Aragón a tal efecto, imprescindible si volvéis a Gallocanta parar en él, es la Torre de Pilar de Daroca. La altura a la que se encuentran, hace que pasen un verano fresco y tengan mucha rosada en invierno para subsistir. Aunque se trata del lugar de Aragón con más sequía permanente, van por el cuarto año y pueden devenir en altiplano-páramo.
También presentamos ejemplar de secuoya-redwood con semilla traída de bosque al norte de San Francisco en Seira. Plantada a principios del siglo XX en las inmediaciones de un albergue en la carretera de subida a Benás.
Cuando atraveséis Ayerbe, donde tan ameno es detenerse un rato y visitar a los Ubieto, comprar seta en polvo o pan, y tomar un café… existe un singularísimo grupo-torre-iglesia en la población, ensanche, de la localidad histórica que contiene un bellísimo ejemplar del grupo ciprés.

También están en muy buen estado los plantados en el cementerio de Zaragoza, que tienen un porte ya importante. La relación ciprés-muerte ya sabéis que es mayormente de la tierra de los conejos-span.
En culturas y ornamentación mediterránea se relacionan más bien con la espiritualidad en su conjunto, desempeñan el papel de las higueras sagradas de los santuarios budistas. Se utilizan como divisorios de propiedades en Toscana, afilando en paisaje de colinas hacia el cielo sereno, limpio y tranquilo. El Valle de Orcia es Patrimonio de la Humanidad por su paisaje de cipreses.

14/11 Luis Iribarren

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