Los memes, comentarios en redes islamófobos y catalanófobos son fruto del odio. Por cierto, quien escribe un chiste sobre la dictadura franquista que en los setenta u ochenta era habitual hasta en la cadena de TV pública puede acabar ante un juez, sin embargo, no me consta que nadie haya acabado en la misma situación por difundir falsedades, bulos o escribir barbaridades preñadas de odio contra el Islam o Catalunya.
Soy ateo, pero puedo entender que lo que yo busco en la Razón, la Ciencia y la Filosofía, otros lo busquen en la Fe, la Religión y la Teología.
Distingo entre quien tiene una creencia y quien tiene odio.
Soy nacionalista aragonés, pero puedo entender que alguien se sienta profundamente español. También distingo entre quien tiene un sentimiento nacionalista español y quien tiene odio.
No tengo odio. No odio al diferente. No puedo ni quiero tenerlo y, en ningún caso contra Catalunya, país hermano del mío, o contra el Islam.
Soy aragonés, hablo una lengua románica enriquecida con arabismos (la misma palabra “rambla” es de origen árabe, sin ir más lejos); mi ciudad, Zaragoza, fue un floreciente centro cultural árabe en la Edad Media.
Zaragozano fue Ibn Bayyah (Avempace), uno de los grandes pensadores de Occidente, reinterpretando el aristotelismo dando lugar a un racionalismo islámico fundamental para entender buena parte de la filosofía medieval (Averroes, Maimónides, Santo Tomás de Aquino, San Alberto Magno…).
La sede de la soberanía nacional de mi país, Aragón, es un palacio árabe: la Aljafería, que fue centro cultural medieval de primer orden: teólogos, médicos, juristas, astrónomos, matemáticos, poetas, literatos, filósofos hicieron de ese lugar uno de los puntos fundamentales de la cultura mundial. Allí iluminaron a la Humanidad, junto al citado Avempace, Ibn Fathun al-Himar y Al-Kirmani y su saber enciclopédico, el médico Al-Kattani, Abd Allah ibn Ahmad as-Saraqusti, Ali ibn Ahmad ibn Daud o Ibrahim ibn Idris at-Tuyibí, grandes figuras e intelectuales en un siglo dorado de la Historia de la Ciudad, centro de una Taifa que dominaba que ocupaba buena parte del cuadrante noreste de la Península.
La corte islámica saraqustí atrajo intelectuales y poetas, muchas veces exiliados de otros lugares menos tolerantes del Islam como Yusuf ibn Harun ar-Ramadi, Said al-Bagdadi o Ahmad ibn Muhammad ibn Darray al-Qastalli.
La tolerante corte islámica de la Taifa de Zaragoza fue también núcleo de intelectuales judíos, fundamentalmente Selomo ibn Gabirol, sin olvidar a Yequtiel ben Ishaq o Marwan Yonah ben Yanah.
Uno de los estilos artísticos más característicos de Aragón es el mudéjar, realizado por musulmanes incorporando sus saberes arquitectónicos al servicio del Aragón cristiano.
Aragón es multicultural, mucho menos que otros países europeos (tan sólo en torno al 13% de la población proviene de otras culturas); mi ciudad, Zaragoza, es algo cosmopolita (reconozco que me gustaría que lo fuera mucho más) y es fácil cruzarse con gentes venidas de otros lugares a nuestra Universidad, a nuestras empresas, a conocernos.
No. No tengo odio. No odio al diferente. No puedo ni quiero tenerlo.
Jorge Marqueta Escuer.
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