Con la caída del Real Zaragoza ayer ante el Numancia (justa y lógica), se escapa la ilusión puesta por un enorme número de zaragozanos, que creían posible el ascenso a la Primera División de Fútbol. Se ha cosechado lo que se ha ido sembrando durante todo el año deportivo. Irregularidad, a veces decaimiento y espesura, mala suerte y una cierta dosis de falta de equipo más un exceso a veces de mediocridad.
Todas las empresas del mundo deben tener equipos que funcionen mejor que la suma de sus individualidades. Y si estas además son mediocres en algunos casos, el engranaje del conjunto debe ser más encajado. No ha sido el caso del Real Zaragoza. Si a eso le sumamos la incapacidad para gestionar las noticias y los medios de comunicación, el fracaso es lo lógico.
¿Quien fue el tonto responsable que empezó a sacar el asunto de la marcha del entrenador a otro equipo en cuanto esto se acabara? ¿De qué forma creemos que se puede formar equipo, ilusión y sobre todo motivación, si antes de terminar el trabajo, estamos pendientes de irnos a trabajar a otra empresa?
Lo malo no es no ascender, que es malo sin medida, sino que el próximo año será más complicado, que las economías serán más críticas y que las posibilidades de no sacar la cabeza del fondo del agua son mayores. Algunas voces esta semana daban por hecho que el Real Zaragoza estaba en venta desde algunos medios de comunicación. Otra flor para motivar al equipo. ¿Pero…, lo querían al Real Zaragoza comprar en Primera o también en Segunda?
¿Cómo se explica la aparición en prensa de un presunto nuevo entrenador del equipo, en la semana de estas cruciales eliminatorias, siendo una persona (presuntamente) mediocre en sus experiencias profesionales y que no parecía encajar en Primera División? ¿A qué se jugaba con estas informaciones?
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