Hay trastornos y enfermedades totalmente aceptadas por la sociedad. Todo entendemos que si te has partida la pierna o se ha dislocado un codo, estás con problemas. Si tienes fiebre crees que algo no está funcionando bien aunque eso no siempre es cierto. pero en cambio hay trastornos o enfermedades que nos cuesta mucho más entenderlas, aceptarlas, y eso es un gran problema para los que la padecen.
Hay más ejemplos, pero voy a poner sobre la mesa dos casos muy habituales. La fibromialgia y la depresión. Ambas enfermedades, con diversos grados y síntomas, no siempre son bien aceptadas por la sociedad, a veces por la culpa —todo hay que señalarlo— de malas personas que han utilizado estos problemas para su propio interés de medrar, desvirtuando la realidad de unas enfermedades que pueden ser graves.
Ni la fibromialgia ni la depresión se finge. Fingen los jetas, los incluso delincuentes que emplean la salud para obtener beneficios. Pero en medio quedan pacientes de trastornos o enfermedades —depende de su grado e importancia— que necesitan atención médica sin que se les mire como a engañadores profesionales.
Admitimos todos que el cansancio, el dolor no se puede medir como se mide la glucosa en sangre o la tensión arterial. Pero esa imposibilidad fácil de medir los grados no debe llevarnos al campo contrario, a pensar que todos los que de forma crónica tienen esos síntomas, dejan de ser pacientes diagnosticados y que requieren una atención especial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario