La fundación privada que porta el nombre del banquero pionero y emprendedor oscense Anselmo Pié Lacruz se halla de cumpleaños centenario y la iniciativa privada cultural más sobresaliente provincial aborda, desde los nervios buenos y el hormigueo en el estómago, una descollante programación de actos culturales para conmemorar los cien años de vida del Teatro Olimpia, magnífico edificio entregado en 1925 por los arquitectos Farina y Vicenti.
No es que el señor Pié, que también, quisiera legar a la ciudad un equipamiento de asombrosa fachada neoclásica entre medianeras, con columnas fuertes y estriadas jónicas y un tímpano decorado dedicado al teatro por aparecer un fauno. Sino que vio la oportunidad de enriquecerse todavía más por la vía de gestionar un cine, al comprobar la aceptación entre los oscenses de esta novedosa en su época manifestación artística.
El interior del teatro se halla entre los más avanzados en caja escénica y por la belleza del patio de butacas de la España de su época, inmersa en higienizar, construir obras públicas y urbanizar la Gran Vía de Madrid o soterrar el río Huerva en el centro de Zaragoza. Gozar de su lámpara interior modernista encendida y de la tapicería rojo pasión de sus butacas de por sí merece una visita al riñón oscense del que fluye sangre purificada por la cultura, en estos tiempos de adicciones informativas y nula vida contemplativa.
Si pensamos en que la Sociedad Deportiva Huesca se fundó en los años 60, que el club de montaña Peña Guara –impulsora del magnífico albergue de Nocito- se constituyó en 1931 y que el Instituto de Estudios Altoaragoneses acaba de cumplir únicamente 75, no así la labor becaria de la Diputación entre cuyos beneficiarios se hallaron Costa o Sender, da lugar a calibrar la importancia de este santuario de la vida cultural oscense.
Cuantas más cosas me digas, más descubrimientos me harás.
Así y en el mismo ejercicio en que la novelística de Proust se hallaba en su apogeo, se publicó una de mis novelas favoritas (El Gran Gatsby de Scott Fitzgerald), y, en España, Antonio Machado fue impecablemente retratado por Leandro Oroz cuando residía en Segovia, Valle Inclán preparaba las galeradas del Tirano Banderas y García Lorca viajó en verano a Cadaqués con Lorca y Buñuel, en la misma ciudad oscense sertoriana y su territorio administrado encontramos a Ramón Acín ultimando el podio de piedra con medallón dedicado al pensador oscense regeneracionista Lucas Mallada; a Sender, en la redacción del Sol madrileño volviendo de visita y a Miguel Fleta, de giras mundiales triunfantes. Con especial éxito en Nueva York, pasaba poco pero bien por Alcolea de Cinca.
El payaso jacetano Marcelino Orbés, después de haber inspirado a Chaplin y se dice que anticipado su personaje de “Charlot”, vivía en Nueva York en medio de una crisis existencial, matrimonial y laboral que le costaría la vida dos años más tarde cuando le encontraron solo con seis dólares en el bolsillo y fotos tiradas por la colcha de teatros llenos, el payaso blanco que anticipó el Fedora.
El vídeo mató en los 80 a la estrella de la radio, y a finales de los años 20, el cine sonoro se llevó por delante a casi todo el circo, el expresionismo mudo cinematográfico y casi hasta al teatro. Salvándose especímenes de la quema como Wilder o la Xirgu, de la categoría de los superdotados.
Así y en Jaca y Sabiñánigo, toda esta efervescencia cultural y ferroviaria se tradujo en la promoción del teatro-casino con periódicos de la Unión Jaquesa en el año de nuestras entretelas. Sito en la calle Echegaray de Jaca es un sólido edificio neorrenacentista con una bella marquesina de acceso de acero.
Mientras en la actual capital de Serrablo, se constituye un efímero grupo de teatro que revela qué aire fresco trajeron los felices pero poco libertarios años 20. En la estación de Sabi bajaban y se instalaban en taxis Hispano-Suiza los visitantes a las aguas de Panticosa en cada ejercicio: encabezados por Ramón y Cajal que difundió en Madrid sus propiedades, la lista de usuarios la compusieron Alcalá Zamora, Ortega y Gasset y hasta el mismo rey y su dictablando jerezano, Miguel Primo.
Di ahora, un cuento que llene mis oídos con sus largas palabras.
En Ribagorza, Graus consolida su magnífica tradición musical, el gran patrimonio inmaterial aragonés en la cuestión, que conserva albadas, tonadas y bailes tradicionales introduciendo como instrumento la gaita de boto. Ésera arriba, se produjo una brutal riada en Benás que arrasó con su puente –y alertó de la importancia y necesidad de reforestar- mientras su balneario que padeció un incendio posterior, se hallaba a pleno funcionamiento.
El escultor grausino criado en Barcelona, Felipe Coscolla Plana –el Margallo oscense- vivía su periodo de mayor fecundidad creativa, hallándose inmerso en la talla tanto de pasos religiosos excepcionales que aún salen el Viernes Santo en Huesca como de una escultura más expresionista, muy admirada y replicada con posterioridad. Íntima y prodigiosa me parece en el Paseo de las Pajaritas de Ramón Acín del Parque Miguel Servet de Huesca la escultura “Evocación de Dédalo”, fundida a partir de una maqueta de madera cedida por sus herederos al Ayuntamiento, que sirve para homenajear a este poco conocido y soberbio escultor.
El Alto Sobrarbe en esta época vivió un momento de esplendor económico, de empleo y no emigración gracias a la explotación de las minas de Parzán, que contaban con el primer teleférico instalado en España para bajar el mineral de galena a una primera estación férrea en que se pasaba hasta otra de Francia, y utilizar esta plata menos noble como componente de piezas de joyería parisinas. Felizmente, la Comarca de Sobrarbe se halla impulsando un recorrido que permite visitar el curioso patrimonio minero de la comarca. Fotos de la época manifiestan las asombrosas instalaciones de los años 20 que sucedieron a las de las “Reales Minas de Parzán” impulsadas por Felipe II y cuyo gran lavadero, en que trabajaron más de 50 personas y usaba las aguas represadas del río Barrosa, fue destruido en el episodio de la Bolsa de Bielsa.
Muchas dijistes mas eran breves, quisiera que me dijeras alguna luenga, y te dejaría dormir.
Aguas abajo del Cinca, el Somontano de Barbastro en el que existe constancia de la presencia de vitis vinífera antes de Roma, cultivada por los iberos ilergetes, consolida su vocación industrial y comercial vinatera liderada por la familia Lalanne-Latasle a través de su segunda generación. Gozando la ciudad de los Argensola de un lustroso y magnífico equipamiento comercial en su plaza central recién inaugurado, al servicio en coches de línea de toda la montaña oriental oscense bajando por Naval o la carretera de Ventamillo recién abierta a dinamita: los Almacenes San Pedro, que están en el proceso de ser rehabilitados para convertirse en la biblioteca pública más bella de Aragón.
Monzón inicia su aún vigente poderío y nervio industrial, aprovechándose de sus excelentes comunicaciones férreas en la línea norte del eje Madrid-Barcelona, y el ingeniero Benito Acebal ultima en 1925 para su uso la chimenea aún existente de nada menos que 80 metros, altura del Pilar de Zaragoza y aún hoy edificio oscense más alto.
Entre 1922 y 1925, el club deportivo de fútbol de Binéfar que reeditaría con el Tato Abadía éxitos en la segunda década de los años 80, dominaba y arrasaba en las competiciones provinciales aficionadas. Como ha reflejado el letrista binefarense de los “Hijos del Lindano” en su oda “Odio el fútbol (moderno)”. La localidad, con magnífico apartadero férreo y la llegada del agua de Barasona, estaba comenzando a crecer repoblada por familias turolenses del Maestrazgo. Proceso que ha narrado con pasión y devoción una de sus descendientes, Silvia Isábal, en lo que como fenómeno sociológico se llama el éxodo masovero –de familias que vivían desperdigadas por masías, en condiciones de vida muy duras, de las montañas del este turolense-.
El río viene muy grande, el barco es muy pequeño, e las obellas son muy muchas, pues dexa a este rústico pasar sus obellas e acabaré la fabliella que comencé.
El fotógrafo oscense Compairé inmortalizó en esta década y volvía cada añada el casco urbano de Fraga de traza medieval musulmana, los tipos humanos y las mujeres de la localidad vestidas de “dones de faldetes”. Crucial momento para consolidar el empuje mercantil y agrícola de la ciudad fue el inicio en 1925 de la construcción por Telefónica de España de línea telefónica Fraga-Lérida, cuyo modernísimo y primer poste de pino con bornes de porcelana se levantó, hoy pensaríamos que para mancillar el conjunto, en mitad del Paseo de la Rambla del Cegonyer, enfrente del Ayuntamiento.
Es imprescindible revisar la atención que refleja la revista de la Telefónica al hecho, apelando a que la conducta de las autoridades y el pueblo de Fraga fueron ejemplares; que el acto de plantado del poste con la correspondiente bandera, además de sencillo, fue conmovedor; que la actitud de las mozas en la fuente de abastecimiento les pareció a los ingenieros de Madrid llegados de Zaragoza como “estatuaria” –parece que eso sería bueno- y que el cura párroco de San Pedro bendijo el poste sin cables.
Entre tanto, en los Monegros del Monasterio de Sigena todavía su congregación podía disfrutar del mobiliario y pinturas murales, una de las glorias artísticas aragonesas del Medievo y, según el Museo Nacional de Catalunya que las exhibe –valga la jodida contradicción-, son un ejemplo único de la pintura medieval hispánica del románico en transición al gótico.
Las frases son el pensador judío converso oscense del inicios del siglo XII, mejor escritor aragonés hasta los Argensola, Pedro Alfonso –nacido Moshé Sefardí, rabino y matemático, astrónomo y médico del rey de Inglaterra, antecedente preclaro, por tanto, de Ramón y Cajal-. Sobre todo os vais a topar con el primer cuentista y contador medieval, de su compilación “De Disciplina Clericalis”.
Feliz año, oscenses.
20.12 Luis Iribarren
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