9.3.20

Los Eiffel aragoneses, arquitectos que construyen ciudades

La reapertura de un Mercado Central de Zaragoza más transitable y con una plaza central gourmet en forma de ágora lo hace más apto para disfrutar de su estructura y su airosidad.

Precisamente una de las novedades ha sido la puesta en valor patrimonial del edificio en sí mismo. Con una galería de imágenes de su construcción y primeros usos en la Restauración. 

Tenía un aspecto de cuidada tienda de retales, con bancadas y puestos de fina madera de colmado ultramarino. Ese aroma a nogalina combinado con el de abadejo y menta seca que quienes hemos conocido los últimos comercios y panaderías de los pueblos añoramos y buscamos.

Entre las pantallas dejadas sin puesto, en una de ellas se homenajea al arquitecto que lo diseño, aportándose fascinantes dibujos a plumilla de sus fachadas y alzados.

Constituye el espacio expositivo una puesta en valor de la obra del arquitecto municipal Félix Navarro. Al que Gozarte en una de sus rutas ha denominado “el Eiffel zaragozano” pues su obra, a diferencia de la de su hijo, no abarca sino edificios privados y públicos de la ciudad de la que fue arquitecto municipal.

Entre los dos con gotas de otros, nos han legado los principales edificios de arquitectura ecléctica y funcional por los que transitamos, los previos al racionalismo y con uso fundamental de las columnas y estructuras de hierro colado y remate de ladrillo.

Su diseño original de la Escuela de Artes contenía detalles de remate de columnas y su reloj central a través de unos penachos que eran directamente la propia Torre Eiffel.

Que no es tal, sino una escultura que se erigió destinada a demolerse pero también para demostrar que la generalización de estructuras de hierro para solucionar grandes equipamientos con necesidades de espacios diáfanos era la solución en su momento ideal.

Felizmente salvados de la picota pese a sus crisis de uso, el conjunto de instalaciones compuesto por el “Puente Colgante de Vizcaya”, “Estación de Atocha de Madrid” y los mercados centrales de Zaragoza y Valencia se reconocen como los mejores exponentes españoles construidos con estructura de hierro.

Otras ciudades como Barcelona también cuentan con mercados conservados y airosos, entre los cuales mi favorito es Santa Caterina. Por la refinada y vanguardista intervención que en su rehabilitación acometió Miralles. Otro arquitecto radical y fascinante, con estudio unido a Aragón por el Pabellón de los Deportes de Huesca y el Caixaforum que por él mismo y junto a la estación de Goya ha modernizado todo el ensanche zaragozano de los 40-50.

En el Mercado Central los remates y capiteles de las columnas, las puertas semicirculares neoclásicas, la forma de palma utilizada y que recuerda a las naves de arenisca de la Lonja, nos hablan de un edificio dialogante, elegante, con el higienismo pero la calidad por banderas. En definitiva, la mejor arquitectura civil puesta al disfrute de los vecinos y visitantes de la ciudad. Sin pagar por entrar a la perfumería de la huerta del Ebro.

Demolido el mercado de les Halles de París que fue sustituido por un engendro que no arregla ni el aroma de la mejor sopa de cebolla del mundo; lejano el puente de doble plataforma de Oporto cuya originalidad y belleza hace palidecer la de cualquiera de los puentes de hierro del Ebro incluido en de Logroño; sustituidos los pabellones y primeros teatros levantados en forma de invernadero… debemos ser conscientes de que hoy todavía poseemos y podemos transitar por un edificio con un interés mundial a la altura de la obra de Gaudí en Barcelona.

Alberto de Palacio -como principal sucesor de Eiffel reconocido en España- recibió múltiples encargos como los de diseñar el puente vasco, la estación de Atocha y la grácil sede de Correos en Madrid utilizando estos nuevos materiales pero también los ladrillos blancos de Ariza como elementos puntuales ornamentales.

La rehabilitación fascinante por tropical de Atocha se debe a otro genial arquitecto universal con presencia en Zaragoza: el tudelano Moneo.

Tras la escuela modernista de Barcelona de Gaudì o Puig i Cadafalch, el propio de Palacio Elissague o el genial arquitecto tarraconense Pablo Monguió –autor de los edificios más singulares y airosos de Teruel-, los arquitectos aragoneses Félix Navarro, Francisco Albiñana y Fernando García Mercadal (introductor a su vez del racionalismo alemán en España) hablan por sí solos de que la mejor arquitectura española se diseñó y erigió en Zaragoza.

Siquiera la instalación cimera y cumbre se diseñó a cargo del ingeniero gallego Fernando Hué destinada a salvar un tajo semejante al del Duero en Oporto: la construcción del viaducto viejo de Teruel.

Luis Iribarren - 06.03.2020

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