Hoy dan comienzo las Fiestas de San Lorenzo 2018 en nuestra querida Huesca, en nuestra cercana pero muy alejada Huesca, a la que mutuamente desde Zaragoza y viceversa, miramos de reojo y excesivas veces de paso.
Llevo un 25% de sangre de Huesca y muchos recuerdos de años viejos cuando pasaba algunos veranos en la plaza del Mercado, antes de ser convertida en plaza limpia y vacía. Vivían mis familiares enfrente a San Pedro el Viejo, en una gran casa que me parecía un castillo o un palacio lleno de habitaciones y pasillos. La enorme escalera que creo recordar de madera, me parecía un exceso, una excursión que nos llevaba a casa de la tía Vitoria y a los pasillos de la buhardilla donde jugaba con mi hermano y las vecinas. Todo un lujo para unos niños que venían de la pobreza del Boterón.
Algo que no entendía era que Huesca no tenía río. Yo en Zaragoza bajaba a la orilla del Ebro junto a Tenerías a tomar el sol quemador o a mojarme los pies entre enormes piedras resbaladizas. Pero decían que en Huesca no tenían río. Y no podía ser. ¿Una ciudad sin río? Así que en una excursión me llevaron a ver el río Isuela que no me convenció en nada. Eso no era para mi un río.
Pero en cambio algo que me llamaba mucho la atención era que para las fiestas de San Lorenzo, en el Parque, tiraban por las mañanas con un cañón juguetes para todos los niños. Aquello me parecía un lujo de ciudad. ¿Y quién los paga? Mi padre como todos los padres de aquellos momentos se destinaba con cuidado a cogerme al menos uno de aquellos paracaídas que se lanzaban con el cañón al aire y que bajaban poco a poco con un juguete pequeño en la punta. Éramos tan pequeños que no podíamos ir nosotros a cogerlos pues los chicos de Huesca siempre han sido mayores que nosotros y más fuertes. Mientras bajaban los paracaídas lentamente las dudas nos asaltaban a mi hermano y a mi. ¿Lo podría coger mi padre o se le adelantaría aquel señor grueso de la camisa verde? Mi padre siempre fue un tipo rápido y listo.
Vivir tan cerca de un parque grande me parecía un lujo casi excesivo. Bajábamos al parque todos los días, a tomar la sombra o a tener que aguantar a los mayores mientras hablaban de sus cosas. Nunca pude imaginarme a tanta familia de Huesca a la que no conocía de nada. Excepto a mi tía Vitoria. Era una tía abuela encantadora, hermana de uno de mis abuelos al que nunca conocí. Eran ellos hermanos que se quedaron sin nada pues la familia con muchos poderes había dejado todo al primogénito. Aquello me volvía a parecer otra cosa que no entendía. ¿Entonces…, mi abuelo era rico y además tranviario? ¿Cómo se puede ser rico en Huesca y tranviario en Zaragoza?
No hay comentarios:
Publicar un comentario