8.5.24
Calle Alfonso de Zaragoza: Repleta de Libertad, carajo
Así, de esa libertad que en algunos estados se administra con énfasis y gritada, con chulería y valor.
Recientemente he leído dos noticias que funcionaban como antónimas. Una de ellas reseñaba el feliz estado comercial del parque de bajos comerciales de la calle Alfonso porque los han ocupado, a los precios de alquileres es la única opción, varias franquicias. En la misma, se apuntaba el avance tentacular de esta modalidad de ocupación de cierto Casco Viejo de Zaragoza –y se podría extender a cualquier ciudad española grande o intermedia- al este y hacia la calle Jaime I, el Conquistado.
Fondos entran en nombre de la libertad para explotar el litio argentino o gestionar sus servicios peronizados; en Alquézar nos tratarán por tontos y les dará igual la imagen de la hostelería a favor del decorado-parque natural, poniéndonos medio vino del Somontano de los de a 4 la botella y una minúscula lasca de queso en ceniza de Radiquero y nos pegarán fuego cobrándonos 9 euros por el banquete. Forma parte de tu libertad de que te tonguen, la libertad y los pringaos… cómo destacas si no tienes de donde sacas.
Mientras, en la capital del Alto Aragón, la asociación “Huesca Suena” acaba de hacer un inventario que concluye que ni uno solo de los organismos descentralizados del Gobierno de Aragón –se dejaron los de Walqa- se han instalado en su ciudad y que todas las inversiones anunciadas recientemente por Azcón mueren como máximo a 30 kilómetros de Zaragoza, en Épila o Zuera concretamente.
Clamando los empresarios oscenses, en su libertad, carajo, por un mayor equilibrio territorial y por una efectiva descentralización. Vaya, por una planificación pública de corte socialista, inspirada en aquella de desenclavar industrias estratégicas de París por la France de la república de Pompidou y Mitterand –que llevó Airbus a Tolosa- y derivada del éxito de la industrial y de equipamientos de Navarra. Regida mayoritariamente por UPN, opción de derechas nada pálida cuando palea perras a las industrias conserveras.
Asimismo citan como ejemplo la batería de institutos que Euskadi ha tenido a bien colocar en cabeceras comarcales: y aún se han dejado la ETB, sede Durango.
En Aragón padecemos de peores comunicaciones. Pero una universidad de verano de geología en Molinos o Aliaga, desplazar a Binéfar investigadores que realicen tesis doctorales sobre vacuno de la Facultad de Veterinaria de la UZ o crear una cátedra de Estudios Semíticos para Uncastillo o Tarazona serían logros que, entiendo, ni siquiera Vox vería impertinentes.
Pero la libertad es macro, no es de decisiones micro. La cuenta de resultados, a ganar perras y que el gerente no sepa nada de derechos laborales ni subrogación. Que te sirva igual un CEO para despedir en Henneo, contratar matarifes para Guissona o llevar, es un suponer, la gestión de la imagen turística y pasar en atención del muy deficiente –te crujimos porque no esperamos que repitas las pasarelas- en el Parque de Guara y la hostelería de Alquézar.
Ya veréis como os dice el graduado ACE de la Universidad privada de Madrid que sea que por mucho decorado que tengáis, acabareis por no poder aplicaros lo del turismo de las sensaciones. Ojo, que todo se puntúa.
El cheso natalicio rey Alfonso extraía la sal de Remolinos desde su fortificación del Castellar y con ello yuguló la supervivencia alimentaria y económica, cobrándosela a precio de monopolio, de Saraqusta.
En diciembre de 1118, con cierzo o niebla seguros, rindió primero la Aljafería, entonces a las afueras, y después el Torreón de la Zuda colindante con las murallas romanas. Tras ello, recorrería hablando patués y con su armada de caballeros mayormente gascones y de Bigorra la calle San Gil de Zaragoza, que entonces se llamaría de Mundir I y hoy como nombre porta su descendiente en Jaume.
En ella gozaría la armada montañesa los sentidos con ese comercio de proximidad y de las tres culturas propio de los zocos que se apoyarían en los muros de la Mezquita mayor y ágora romana, hoy inmediaciones de la Seo.
Se encontraron con una ciudad que habían administrado con rigor y eficacia sus emires, llevado de los menos de 10.000 habitantes de la ciudad visigoda hasta los más de 25.000 de la capital taifal conquistada. Cuya población se hallaba compuesta por un importante componente de población judía, conversos, yemeníes y bereberes almohades gobernados desde el palacio de la Zuda.
La ciudad blanca estaba especializada en la producción intelectual –poetas, astrónomos, médicos y filósofos,…-, agrícola derivada de los términos irrigados por acequias promovidas por la taifa, numismática –de la ceca a la Meca- y una importante y reputada producción de alfarería que es origen de la tradición de la de Muel. Gozaba asimismo de un importante sector ganadero y de carniceros judío donde la calle Verónica, una industria de confección de lujo ante la pujanza económica citada y de confección de libros y accesorios, fundamentalmente textos talmúdicos judíos.
Estaba repleta de emprendedores cuyo único defecto era cuestionar al espíritu santo como fecundador. Una amplia red de artesanos, de comerciantes, de intermediarios en convivencia.
Es el modelo que se alaba pero no se está eligiendo para la calle más representativa de la historia de Zaragoza, abierta para dar perspectiva a la cúpula del Pilar, dedicada al rey batallador sin descendencia.
Otras ciudades europeas convierten este tipo de calle, al modo de la galería de Milán, en una reserva para la industria y comercio agroalimentario de proximidad. Existen, precisamente, políticas públicas que no las entregan a las franquicias, que no expulsan a modistos fundamentales para la moda aragonesa del futuro o proyectos de librerías de autor, por necesidad a la Madalena o San Pablo.
Así se hizo en su día con la Calle Aviñón en Barcelona en que comenzaron las librerías café que copiaron en Berlín y toda Europa. Así se eligió como modelo de establecimiento comercial en el mercado de San Antón de Chueca.
En las inmediaciones del Pilar de Zaragoza no caben los artistas aragoneses porque no se lo pueden permitir y para que no los conozcan ni los suyos.
Cuando queremos bien que descentralizamos, bien que expulsamos y en lo que es sencillo de mejorar, entonces no nos da la gana de dar imagen de ciudad.
Porque libertad para los propietarios de solares, carajo. Y una oficina que los defienda de los okupas pero no de los contratos de alquiler de adhesión. El centro de Zaragoza, centro, de todo menos un zoco, cualquier cosa menos el imperio de los sentidos, un lugar que los zaragozanos atraviesan rápido sin quedarse, entregado a su suerte, vaciado de dependencias públicas. Se echan de menos hasta las tiendas de accesorios para la liturgia religiosa.
08.05 Luis Iribarren
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario