Me gusta pasear por el barrio de la Magdalena en Tarazona (Turiaso). Mi familia sabe que desde hace décadas me gusta perderme por sus calles, pero también saben que hago el mismo comentario: ¡Qué lástima cómo se están dejando caer este barrio! Y digo bien, caer. Ya han sido varios edificios los que se han caído y también, recientemente, han sido varias las calles que están cortadas por el peligro de derrumbe. Dejo aparte la suciedad, dejadez de servicios básicos y demás cuestiones.
Querer es poder, no son solo palabras que denotan la capacidad de superación del ser humano, debería ser el lema de cualquier político o funcionario cultural (que casi siempre rinden pleitesía al político; ya se sabe no muerdas la mano...) a la hora de ejecutar proyectos culturales, sociales, urbanísticos, educativos... Veamos el concepto de poder no como abuso o mando autoritario, sino como capacidad de ver a largo plazo proyectos que enriquezcan a los habitantes de cualquier ciudad no solo económicamente, también emocionalmente. Para ello se requiere sensibilidad y esta tendría que ser otra habilidad de la que han carecido los responsables por recuperar y mantener un legado artístico que se han dejado, literalmente, caer.
Hace años estuve a punto de comprarme un piso en la zona de la judería, porque no hay sitio que más me gusta de las ciudades que sus cascos históricos. Sobre todo, de aquellas ciudades que lo preservan, pero miré a mi alrededor y me di cuenta de que había más contras y pros y desistí de hacerlo. Me imagino que el mismo pensamiento habrán tenido muchas personas al ver cómo estaba la situación del casco histórico.
Ha tenido que ser la sociedad civil, como ha ocurrido demasiadas veces, la que ha tenido que reivindicar unos derechos que repito, por sensibilidad, hace décadas tenían que haber defendido tanto políticos como promotores culturales.
En el año 2020 nació la Plataforma Casco Histórico de Tarazona en la que varios vecinos reivindicaron al consistorio, asociaciones, partidos políticos... las actuaciones que hace décadas se tuvieron que hacer. Por fin, las movilizaciones han surtido efecto y el ayuntamiento va a tomar cartas en el asunto.
En este país, tan dado al aquí y ahora, se tiene que imponer el pensamiento del medio y largo plazo. La impaciencia no puede ser el inconveniente que destruya el pasado y menos su arte. Bienvenido sea el plan de actuación para el casco histórico de Tarazona y habrá que ver si, por fin, la sensibilidad, paciencia para sacar un proyecto de recuperación no se topa con intereses espurios e interesados.
OLGA NERI
Fotos: Árbol colocado por los vecinos en las Navidades del 2021 junto a un cartel que expresa las inquietudes de sus habitantes y la problemática del casco histórico. En las otras fotos se ve a las claras cómo están los edificios y solares.
En este país, tan dado al aquí y ahora, se tiene que imponer el pensamiento del medio y largo plazo. La impaciencia no puede ser el inconveniente que destruya el pasado y menos su arte. Bienvenido sea el plan de actuación para el casco histórico de Tarazona y habrá que ver si, por fin, la sensibilidad, paciencia para sacar un proyecto de recuperación no se topa con intereses espurios e interesados.
OLGA NERI
Fotos: Árbol colocado por los vecinos en las Navidades del 2021 junto a un cartel que expresa las inquietudes de sus habitantes y la problemática del casco histórico. En las otras fotos se ve a las claras cómo están los edificios y solares.
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