22.6.20

Ciudad de Huesca 1.0: los relevos de Javier y Pau

Dedicado a Javier Brun, pensador grausino.

Javier nos dejó recientemente. Con él, su inteligente mirada verde miel tan propia de los aragoneses orientales nacidos en Barcelona. Era un tío apuesto, decidido pero suave en la firmeza, condición –creedme- poco propia de los aragoneses occidentales. Qué gran contrapunto hacía.

Cuando le conocí en la Huesca de finales de los ochenta, donde yo también residía, me pareció un ideólogo continuador de aquellos afanes, también costistas, que tuvieron gentes de su comarca como Maurín, como Samblancat.

Ese aire semejante al del igual y tristemente desaparecido Pau Donés. Desapariciones sin relación con la pandemia pero sí con sus efectos en una vida cultural menguante para cuya restauración hemos perdido dos grandes corazones.

En viajes de ida o vuelta, la provincia de Huesca tiene suerte de sus redes culturales con Barcelona, más que con Cataluña. Con la segunda, en la Terra Ferma, las tiene personales, empresariales y económicas.

El aragonesismo se hizo grande en Cataluña, y no como dice la jota del Ebro. Javier realizó el recorrido contrario a Pau que, nacido y sentido oscense, se desarrolló en los mares de levante. Aquellos en que los peces nacían cuatribarrados.

He oído hasta la emoción bandos de los ayuntamientos de la Franja jota por delante, antes de comer excelentes guisos de madre en casas suscritas a La Vanguardia. Resto de aragoneses, es una parte de Aragón que es la que mejor conoce la Corona.

Pero Brun llegó para poner a Huesca, con otros componentes de su y mi generación como alféreces de complemento, esa que incluye a su doliente amor Begoña Puértolas, en la senda cultural no mendicante.

La hizo existir y sobresalir, dotándola de una gestión muy semejante a la que podían tener Joglars o Comediants a nivel territorial.

Es cierto que la marca Pirineos es posible que lo haga todo más sencillo, pero recordar en un festival que somos la vertiente sur no era tan fácil ni tan evidente. Tampoco lo era que la ciudad de Huesca se reconociera la puerta de toda su provincia y paisajes. Y la gestión de Javier fue esencial, tanto que hoy la recoge en parte un club de fútbol.

Hubo una sinergia en Huesca de tardo movida. Un camino de modernidad basado en la música y grupos propios, como Mestizos y Proscritos. Había base, Brun la vio, la potenció, no tenía en el carácter la envidia como rasgo y fue respetado… Y por todo ello la engrandeció y le dio muchísimas gotas de su púrpura… A mí me pareció siempre un arzobispo laico…

La cabecera provincial del Alto Aragón no tiene ese desmedido peso de Zaragoza en cuanto a su cuarto espacio, ni desequilibra Teruel y Alcañiz como únicas vertebradoras. Como me enseñó el cheso Javier Callizo, es uno de los territorios más equilibrados de todo el Estado español en cuanto a la relación de su cabecera política con el resto de las comarcales, todas con personalidad propia.

Quedaba pendiente relacionar al resto de la provincia con la albahaca, la comida y cultura de calidad y no esa ciudad para ir a quintar, reclamar el catastro o morir en el hospital San Jorge. Y la posición que se tenía desde dentro de la misma no ayudaba. Cuando ha sido un lugar fecundo al modo Ramón y Cajal, Ramón Acín, Teresa Ramón… Esos capicúas oscenses… Trilogías ramonianas…

Pero todo ello se pudo haber ignorado desde instituciones como el Ayuntamiento o la Diputación que solamente estuvo al servicio de la capital.

Al contrario, se puso en valor, se dio un golpe de timón. Mejor dicho, gentes como Brun lo hicieron.

Se pusieron en valor las relaciones de Jaca con el Camino de Santiago, de Sabiñánigo y Monzón como ciudades deportivas y musicales, de Fraga, Binéfar o Sariñena, como enclaves de industria agroalimentaria.

Todo ello se lo debemos al carácter soñador del propio Javier, de Luis Calvo, de Begoña Puértolas, de Luis Lles, de Juanjo Javierre, de Miguel Ángel Abadías y José Lapuente, de la dupla montisonense Ballarín-Díaz Laglera, del momento de Miranda en Graus al frente de su ayuntamiento, a los hermanos Paricio de Binéfar de oficios multifacéticos… Cómo no a la eclosión de Radio Benabarre por José Luis Brualla, al hacer de Sergio Sánchez Lanaspa en Jacetania y a muchas y muchos de donde yo también vengo.

Pero hubo un momento “El Ribagorzano” en todo ello, una escuela de pensamiento, reivindicación y modernización de nuestro día a día oscense. Entonces no todo estaba vaciado y, si lo estuvo, lo llenamos y seguimos haciéndolo.

El pensamiento felizmente se concretaba. Se produjeron aplicaciones prácticas en la programación musical o cinematográfica de las peñas oscenses, la celebración de la “Feria Aragonesa de Teatro” en la ciudad –que dirigía Javier, y hay que hacerle un guiño en este punto a Jesús Arbués-, el crecimiento en calidad hasta su mantenimiento en el presente luctuoso ejercicio del Festival de Filmes Cortos Ciudad de Huesca, el mejor del Estado… En fin, todo adobado por una retahíla de excelentes festivales, jornadas y encuentros en los valles pirenaicos en verano.

Hoy el suelo se mueve bajo todos los pies.

Porque la retirada de la camiseta de Javier es innegable. Y habría que subirla al salón de Plenos del Ayuntamiento de Huesca.

El otro día fui a ver, sacudido por mil emociones, su despacho sin él. Fue un momento Manuel Vilas de esos que siempre me han acompañado.

Miramos al bies su alargadísima sombra en conversación de amigos muy queridos Luis Lles y un seguro servidor.

Vi amontonado todo su voluntarista trabajo que necesita una continuación no solamente burocrática. No bastan ni cuatro concursos oposiciones para obtener su perfil.

Si la restauración de Huesca se ha alimentado en buena parte a la calidad cultural de la programación de sus instituciones, que hacen que toda la provincia hayamos sido los primeros clientes de tanta feliz iniciativa, el relevo de Javier es estratégico. No afectado por la regla de gasto…

Porque primero se renovó la relación con la cultura y la relación de Huesca con su precioso entorno y después las cartas de los restaurantes.

Luego han llegado las ferias de setas, la revitalización de las cerezas o garbanzos y la huerta de proximidad. Ha eclosionado como fenómeno bien gestionado la pastelería de calidad como también la Sociedad Deportiva Huesca.

Todas estas iniciativas mayores y menores desbordan simples proyectos empresariales, porque plantearlas desde mi lugar siempre es una pasión.

Todos nos hemos encontrado el terreno abonado para la creación y nuestra ciudad puede ofrecer y ofrece a los visitantes un urbanismo bello y educado, extraordinario, donde se come y se vive muy por encima de cualquier expectativa.

Igual que en Teruel se vive el patrimonio o la geología de la misma manera, y tenemos la obligación de conocernos mejor. La principal proyección de Aragón es interior y se la debe a sí mismo.

Es mi primer texto desde la diáspora y sin Javier.

Por tantas cosas, por haber sido un ejemplo de distinción en la pasión, por haber hecho mucho más y mejor lo que tocaba, por tu corazón grausino desbordante en la templanza…

Gracias, amigo.

Luis Iribarren, 22.06.2020

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