En noviembre de 1918 el servicio de tranvías de Zaragoza dejaba mucho que desear y se había convertido en uno de los peores de España con una constante queja de los vecinos de Zaragoza, usuarios de un servicio sucio y sin calidad de ningún tipo.
Y el Ayuntamiento de Zaragoza tuvo que tomar decisiones entre las que se barajó el suspender todo el servicio, dejando a la ciudad sin tranvías.
Los tranvías eran utilizados también como vehículos de transporte de mercancías entre los barrios, aprovechando sus viajes para lograr que la empresa tuviera más rentabilidad. La limpieza era muy escasa y no se cumplía el Reglamento Municipal.
Y de todo ello, o al menos de parte, dejaba muestra esta noticia aparecida en los medios escritos de Zaragoza, donde curiosamente se reclamaba a los propios vecinos a que denunciaran las condiciones del servicio, con quejas por escrito que tenían que entregar en el edificio del Teatro Principal, en esa puerta pequeña que existe junto a la zona de acceso noble al teatro y que son unas oficinas municipales.
¿No tenía el propio Ayuntamiento de Zaragoza, inspectores para ver las ilegalidades de la empresa?
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