11.11.16

Visiones singulares de Aragón: nevada temprana en la montaña de Huesca


Como decía Adolfo Betés, mi abuelo materno, “Todos Santos, nieve en los altos”. Pero la semana pasada hizo canícula tropical-canfranera.
Maravillosa alegoría canfraner sobre el cambio climático que no existe.

Primera nevada de noviembre. Ese año la vamos a conmemorar porque los pantanos siguen estando a un triste 40%. Se recuerda a César Trillo y los regantes de Monegros III y Aragón y Cataluña que por interés general y por muchos derechos que ostenten, deberían mantenerse caudales ecológico-recreativos en los pantanos para que la montaña expropiada pueda desarrollarse. En un año sin llover desde mayo a finales de octubre han regado a manta porque había reservas. Como me dijo un hombre de orden de verdad, “Carlos de la Venta” de Berdún, nunca Yesa ha estado tan vacío como este año. A sus 88 magníficos años sarmentosos.
 
Formación de la primera nevada de noviembre en Cerler-Valle de Benás

No vaciéis así los pantanos. Para que vuestra odiada Galliguera consolide sus 500 puestos de trabajo de desarrollo endógeno. Para que no dé pena echar el kajak en Barasona. Para forzar un proyecto que suba el agua termal de la terma a Tiermas. Espero que no lo veáis demasiado mal, aragoneses de primera de los llanos poblados.

Como dirían ellos, gracias a Dios está nevando. Les dedico a mi adorado Robert Frost sobre imágenes de la primera nevada en nuestra montaña.

El potro desbocado (Robert Frost)

Tiempo ha, cuando la nieve empezaba a caer,  nos detuvimos junto, a unos pastos... ¿De quién será  aquel potro?", dijimos.

El pequeño Morgan había puesto una pata delantera sobre el muro de piedra y la otra sobre el pecho, encogida. Agachando   la cabeza, nos contempló un instante y huyó.
 
Escuchamos el diminuto retumbo de su fuga,   y nos pareció verle, una sombra gris recortándose contra el inmenso cortinaje de los copos de nieve.
 
"Ese pequeño está asustado de la nieve que cae. No conoce el invierno. Para ese pequeñuelo no es cosa baladí. Y huye trotando. Ni su madre podría decirle: «¡Quieto! ¡Es sólo el tiempo!» 

El pensaría que ella sólo habla por hablar.   ¿Dónde estará su madre? ¿Por qué no va con él?"

El potro ya regresa con su pétreo repiqueteo,  salta de nuevo el muro con ojos blanquecinos y erguida la cola sin pelo. 

Hace temblar su piel como si sacudiera moscas. 

"Quienquiera que deja ese potro afuera tan tarde,  cuando los demás animales están en el establo,  hay que avisarle para que salga y lo haga entrar."

08/11 Luis Iribarren.

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