16.1.23

Añada con tempero electoral en Aragón


Nieva y el frío quemará los ordios de secano, que llevaban un adelanto de un mes.

Los melocotones y el ganado pasarán frío del conveniente, se retrasarán floraciones y pariciones y el hielo obrará su selección natural de plagas para que no se pudran las trufas con hongos por la calor de la tierra caliza.

Al paso que íbamos, la vida iba a brotar incluso en los somontanos aragoneses a la vez que en Canarias. En un lugar como Pirineos Sur, en que la calidad de la fruta, del vino o del tomate rosa, depende de que vaya lo más lentamente posible la maduración. Que tomen su azúcar ahumada por el sol y se nutran los vegetales y frutas de sabor de suelo calizo, momento en que la producción aragonesa puede rivalizar en bouquet con Piamonte, Toscana o Provenza o, de lo contrario, no es tan particular ni será tan apreciada.

Es tiempo político este comienzo de año de repensar Aragón para cuatro, como para otros de cosechar la gestión de los cuatro anteriores, sembrada o no impedida la vida mirando al cielo por los políticos que para eso cobran o, si no, figuran. Que de ésta como de cualquiera de éstas pueden volver a ser nadie o número, a no influir bajo su conciencia sobre la libertad e iniciativas de los demás según su arbitrariedad motivada.

Así nos amanecemos con que el Partido Popular azconio asoma con candidatas para la mayor parte de cabeceras y, aquí en Aragón, parece que recogerá a una parte de los ciudadanos en sentido estricto. Continuidad en el PSOE más el factor Ranera y su conocimiento de las cañerías y asociaciones de Zaragoza, la incógnita a su izquierda no será tanto qué harán los comunes, sino qué papel encarnará en las autonómicas y municipales el partido que reivindica la existencia de Aragón. Siempre es bueno contar con un Labordeta para votar a la personal.

Porque CHA parece que repite sin crecer, será que no tiene savia para más y en Teruel delega el aragonesismo, y el PAR que también lo llevaba en el ADN, que dicen los del Barça, se está rompiendo en canal y van a juicios. Eso que representa que por no ceder, los únicos que ganan son los abogados.

Con Vox supongo que intentando presentar listas –como los demás, por otra parte- a partir de afiliados que hagan número en municipios de los que ni siquiera provienen y ver cómo se capitaliza el discurso de más o menos sedición en lo que le importe a una votante de Abiego.

Alguna vez he dicho que la pared y viga maestra en cada casa son las madres de la generación de la mía o, si me apuráis, cualquiera de las nacidas y nacidos antes del 55. Esos entendidos como prolongación de familia que llenaban la nevera y pudieron afirmar, porque era así, que levantaban España y que ponían las calles. Además de los desayunos para una docena y a comer sin pagar a costa de los que todavía tienen ganas y perras para eso.

Esta campaña que comienza con el año veremos cómo a esos personajes multiusos se les pretende sustituir con política porque físicamente están en sus estertores, Covid acontecidos buena parte y huérfanos de compañía y desconfiados el resto.

Ayer sostuve un interesante debate acerca de la cantidad económica que cualquiera que no pueda colocarse como agente forestal, médico rural, maestro pero ya no como cartero, ha de disponer para emprender. Simplemente para abrir cualquier puerta y estar al servicio de los demás donde no haya gente de paso o pase poca o pase poco rato.

Porque nadie pregunta a nadie cómo emprende conviviendo con sus ascendientes para evitarle un gasto al sistema que debería estar incluido en el estado social sin que ni siquiera desgrave, cómo salva a su perro o gato de ataques –qué no decir de su ganado- a coste superior al cuidado de su propia dentición o cómo debe asumir el ocio urbano de su hijo nacido en el medio rural. Cada uno, como siempre porque las subvenciones duran lo que dure la partida, que resuelva y copague lo demás, que sea liberal a su pesar porque la buena vecindad no existe por falta de componentes de relevo.

Más que vaya gente a vivir a ninguna parte, que siempre lo harán quienes así lo decidan y les cueste lo que les cueste, mi conversación de ayer giró sobre un asunto más sencillo. Cómo no expulsar del territorio a los habitantes que todavía quedan en él.

Dado que el coste mensual de luz de cualquier bar es de 1.000 euros mensuales, la cuarta parte de la caja donde no entra gente va día a día hacia esa finalidad. Y ha de considerarse, quod is demostratum, que las rentas del turismo rural no son sino complementarias a otra principal, ganadera o en la construcción.

Que si los ayuntamientos ya no tienen competencia o habría que darle una vuelta a ello en materia de recuperar los saltos eléctricos y repartir luz a coste -es increíble que suceda en la montaña oscense-, si a la factura de la luz de los negocios que existen se le suman los impuestos por recogida de residuos de cualquier negocio, si el coste de arrancar generadores en bordas para calentar y dar diez comidas es inasumible y tener una tienda abierta para vender cuatro periódicos, una caja de leche y un tarro de mermelada es un recurso de qatarí, ha de abordarse la situación de los que aún viven como de emergencia social.

Visto que los médicos de primaria y otros funcionarios que solo aceptan vivir en cabeceras comarcales para mal atender el territorio.

Luego hay que oírse comentarios de clientes que casi increpan exigiendo que cómo es posible que llegues a un pueblo importante pero aislado y no te de nadie de comer o ni exista el servicio: pues porque no puede existir sin ser sostenido casi como servicio público para media docena de comensales al precio que va todo.

Veremos a qué se comprometen las opciones políticas en debate, qué propondrán que sea Aragón a medio plazo, qué dirán con previo análisis detallado esperemos de su capacidad de ejecución y presupuestaria sobre despertar a la ciudad de Huesca, acerca de que Jaca cumpla su misión histórica y cultural, en cuanto a mejorar la condición de Alcañiz como puerta de Levante, unir a los ganaderos aragoneses de ovino como lo están los de vacuno del valle del Ara en Sobrarbe y tantas cuestiones ya no pendientes, sino deficientemente abordadas.

No tener que llegar a ver todo espaldau y pagar la demolición y el abandono del paisaje. Como en el caso de los servicios policiales, nos conviene por mera seguridad abrir fábricas de sacos como la de Javierregay en el territorio, apostar por él para mantener lo que queda vivo.

Dejar vivir por escucharles a los que ya están para que el único cortado a mitad de tarde posible en alegre compañía no sea con mi madre en el amparo de Jaca.

16.01 Luis Iribarren

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