15.4.17

Interior de la iglesia de San Carlos Borromeo. Zaragoza

Zaragoza está llena de grandes obras de arte escondidas en sus iglesias, no siempre muy visitables, casi siempre mal iluminadas, y sobre todo con poca información de sus contenidos, de sus historias. Y lo curioso es que las iglesias de Zaragoza nos pertenecen a los zaragozanos, aunque digan lo que digan la iglesia o los papeles. Son los fieles ancestrales los que las han mantenido con vida, hasta que han llegado las instituciones a poner dinero de los impuestos de todos los zaragozanos, para salvarlas.

Este interior, hermoso, increíble si se pudiera ver con tiempo y buena iluminación, con un guía que hiciera de cicerone, es la iglesia de San Carlos.

Aunque construida por los jesuitas en el final del siglo XVI sobre el solar y las ruinas de la antigua Sinagoga Mayor en el centro del barrio judío de Zaragoza, fue en el siglo XVIII (1723) cuando los hermanos Lacarra renuevan y decoran el interior que hoy podemos contemplar. Una joya barroca que desde Zaragoza sirvió como ejemplo para muchas otras obras de aquellos años. Todo el edificio, que es el antiguo Seminario de Zaragoza, tuvo el honor de tener entre sus alumnos al jesuita Baltasar Gracián.

Es uno de los pocos grandes edificios que se salvaron del destrozo casi total de la ciudad de Zaragoza en los Sitios de 1808 y 1809. En la actualidad siguen viviendo sacerdotes en el edificio.


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