En tiempos turbulentos, en periodos de guerras, es normal que las instituciones públicas creen sus propias monedas en la misma forma en que dejan de dar valor a otras más reconocidas hasta esos momentos. No solo se trataba de obtener liquidez suficiente, sino de restar valor a la moneda del contrario. Aquellos juegos de los años 30 eran económicamente muy elementales, y en estos tiempos se emplean otros mucho más sofisticados, incluso aunque no se diga que hay guerras.
Os dejo como muestra un billete de 50 céntimos de Mequinenza y otro de 25 céntimos de Lécera. Hoy son una muestra de que el dinero tiene un valor muy relativo, respaldado por un Banco de España o de Europa, pero mientras exista esa España y esa Europa. Ambos son del año 1937.
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