Hubo años viejos en los que los serenos, los carteros o los barrenderos, dejaban para Navidad una postal en las viviendas de sus vecinos clientes, felicitando la Navidad. Era una manera sencilla de solicitar una ayuda de aguinaldo para estas fechas.
Tiempos en los que los guardias municipales de la Plaza España o plaza Aragón iban recogiendo regalos y cestas de Navidad, que se dejaban en sus puestos de control de tráfico, en medio de las plazas, para que los viéramos los transeúntes y los todavía pocos conductores que atravesaban el centro de Zaragoza.
Digamos que unos 50 años de esto.
Ya no hay barrenderos de barrio, menos todavía serenos y casi ni carteros fijos. No llaman al portillo con diversas llamadas diferentes para cada piso de altura y si era derecha o izquierda…, y así bajar los vecinos a por su carta. Y los guardias ahora ponen multas y nunca ya recibirán cestas de Navidad. Todo cambia. Sí.
Aquellos tiempos no eran mejores, eran simplemente diferentes. No es añoranza: es fotografía, es recuerdo, es vida pasada de fecha. Yo sí he visto los pavos en la plaza del Mercado de Zaragoza, listos para venderse vivos. Yo sí he tenido en casa gallinas de torres de campo, vivas y listas para ser degolladas en Navidad. Nada agradable para un niño que no lo entendía y casi ni se lo explicaban.
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