La semana pasada quisimos dar fe y celebrar el centenario de la declaración de Ordesa, en Sobrarbe, como parque nacional y después Patrimonio de la Humanidad. Sin embargo, nuestro principal patrimonio de la Humanidad, por su importante dispersión tras su ampliación en 2001, está también celebrando el suyo. El cumpleaños de su reconocimiento inicial y matriz, dado que desde la Aljafería y Teruel fue que se extendió al resto de Aragón, fundamentalmente en el Valle del Ebro, Sur de Zaragoza y Teruel.
Ello ha permitido impresionantes restauraciones que han ampliado el patrimonio artístico aragones. Y así nos da para el presente homenaje-recuerdo y también para un aragoneses muy sentido que de éste se derivará. Concentrado en la historia de la recuperación del mudéjar en Teruel ciudad.
Pero en el presente artículo me gustaría más poner el acento en los fundamentos y usos arquitectónicos y decorativos que, por su uso artesanal, han permitido la extensión de la denominación al mudéjar popular de un importante número de iglesias y un edificio civil en Borja. Huyendo de la espectacularidad de las torres de Calatayud, Teruel, Utebo, Mainar… o las iglesias-fortaleza del Ribota, que ya comparamos con Ouarzazate.
Por cuanto que, asimismo, en estas entradas nos hemos congratulado de la restauración de la fascinante reja de la Catedral de Teruel, hemos comparado el skyline mudéjar de la ciudad con Xhiva (Uzbekistán) y hemos ponderado como merece su singular modernismo, con fuerte carga de inspiración mudéjar en la arquitectura civil de la escalinata de la Estación, el viaducto y determinadas viviendas del Óvalo.
Además, debe traerse a colación que no sólo el mudéjar aragonés ha sido galardonado con este reconocimiento mundial. Por cuanto que una gran parte del patrimonio de Toledo y el Santuario de Guadalupe también lo son. Así como significativos conventos y edificios coloniales en México, concretamente en Chiapas y Puebla de Zaragoza.
El mudéjar de la Aljafería y Teruel, esa primera denominación que ya nació con el apellido “aragonés” origen de su extensión, ha cumplido 30 espléndidos años.
La repoblación de la capital del sur supuso la conversión de sus mezquitas en iglesias con poco presupuesto. Dotándolas de las espectaculares torres-campanario de Teruel, que fueron modelo de tantas hasta incluso la barroca Torre de la Seo de Zaragoza.
Pero los frisos de ladrillo geométrico, el uso de cerámica como parte de ornamentación de las torres, la yesería y decoración vegetal de los arcos e interiores… desde el edificio más sencillo hasta el más complejo tienen una inequívoca relación con la Aljafería.
Zaragoza, la Samarkanda de Al Andalus. Al Baida, la blanca.
Acompañamos mediante imágenes la entrada con los fundamentos y técnicas populares que propiciaron la declaración. Pero nos parece fundamental para concluir la divulgación del porqué de la misma. No demos nunca por supuesto que lo importante no es llegar a Ítaca, es el viaje. Que comienza con lo cercano que damos por supuesto en tantas ocasiones y no valoramos por exceso de uso: Y porque ya nos falla la vista de cerca.
La descripción de su importancia figura así consignada:
El desarrollo en el siglo XII del arte Mudéjar en Aragón es consecuencia de las condiciones políticas, sociales y culturales particulares que prevalecieron en España después del Reconquista. Este arte, influido por la tradición islámica, refleja también los varios estilos europeos contemporáneos, particularmente el gótico. Presente hasta el inicio del siglo XVII, está caracterizado por un uso extremadamente refinado e inventivo del ladrillo y de azulejos esmaltados en arquitectura, especialmente en los campanarios de iglesias.
La justificación de la declaración está sustentada en el criterio IV de la misma organización:
Criterio IV. Por ser un ejemplo excepcional de un tipo de edificio, conjunto arquitectónico o tecnológico o paisaje que ilustra un periodo significativo en historia humana.
22/12 Luis Iribarren
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