Dicen que cuando a Napoleón le fueron con la noticia de que Zaragoza tras el Primer Sitio no había sido posible tomarla montó en cólera y tras reunir a sus mejores generales les advirtió de que aquella ciudad había que ocuparla como fuera, destruirla y masacrar a sus defensores.
Dicen también que mandó traer un plano de nuestra Zaragoza y allí con sus generales analizó los errores y buscó los puntos de ataque más lógicos y eficaces. Había que romper las defensas por varios puntos a la vez. El Reducto del Pilar, el Portillo, el molino de Goicoechea y la toma del Arrabal para dominar el Ebro y poder bombardear.
Sin duda iniciar los ataques desde el Este tomando el cuartel y cementerio de San José, bombardeando desde Torrero era lo decidido. Penetrar por Santa Engracia parecía lo sencillo para entrar al centro de Zaragoza. Pero Zaragoza se sabía defender con sus reductos avanzados, el del Convento de Jesús en el Arrabal, el Molino de aceite en la zona de la magdalena, el reducto del pilar en Santa Engracia y el convento de los agustino en el Portillo una vez que se pierde la Aljafería.
En la zona del Arrabal se encontraron los franceses unos terrenos pantanosos, llenos de acequias pero a la vez bastante despoblados, por lo que les permitía instalar su artillería pesada contra la ciudad asentada. Cada avance de los franceses era una posición mejor para poder bombardear Zaragoza y por ello la defensa del Arrabal se tornó encarnizada para no perder ni el Convento de Jesús ni luego el de San Lázaro.
El hambre, las enfermedades, los heridos y muertos, las ruinas de una hermosa ciudad iban minando la ciudad y la moral de sus defensores. Desde que se tomó la zona de la Magdalena hasta que por fin los franceses pudieron tomar el Puente de Piedra desde el Arrabal pasaron 17 días de duros combates y de brutal defensa de la zona izquierda de Zaragoza.
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