Este torreón fue durante años el final de un edificio que producía curiosidad a los zaragozanos. ¿Para qué esta tontería —se decían— de solo tres pisos pequeños en un edificio grande, en una esquina, con un diseño diferente al del resto del edificio?
Yo conocí a una persona que trabajaba allí. Las vistas son impresionantes, deben serlo por su colocación, aunque de la relación con aquella persona han pasado casi 50 años y por entonces yo no sabía lo que era una máquina de hacer “afotos”.
Pero sí, su colocación en el Paseo de Pamplona, con esa terraza de envidia, nos deja un lugar precioso para disfrutar de las vistas de la plaza de Paraíso.
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