3.10.18

Tras estar en Girona, bien, son hermanos

Estos días de Girona (antigua Corona de Aragón) he andado, comido y bebido rodeado de lazos amarillos y carteles acusatorios. Bien. me ha dado igual. La comida muy bien, el vino argentino un descubrimiento hecho en Girona, el bacalao en varias formas posibles otro lujo, los higos confitados un premio. Y sí, rodeado de lazos amarillos a miles que no me molestaban. Los había visto ya en el sur de Francia, a miles también, y tampoco me molestaron. Y no soy independentista de nada, ni de mi casa. Pero a mi los trapos y telas de colores me sirven para poco.

Han pintado la cruz del Aneto de amarillo que creo es mucho menos jodido que parte de las basuras que vamos dejando por los rincones del Pirineo para que se pudran si pueden. Han puesto lazos amarillos por Zaragoza y Fraga y ya lo echaba de menos, pues yo no quiero que Aragón sea menos que Perpignan o Toulouse. No hay que sufrir por ello.

El españolismo es tan malo como el catalanismo, si ambos conceptos se hacen desde el odio al contrario. Yo antes de nada, y en este siglo, soy europeísta. Y luego ya, voy bajando hasta ser de La Jota. Estoy aquí para viajar por el mundo, incluido el barrio Oliver o Torrero, depende. Y me atan muchas cosas en la misma medida en que intento comprender a casi todas las demás.

Por el camino que van los vecinos que ponen los lazos amarillos…, ya están derrotados. 


Yo haría al revés que lo que pensáis vosotros, sacaría de la cárcel a los detenidos desde hace un año y les invitaría a una migas de Hecho y a una blandada de bacalao regado todo con un tinto del Somontano y un cava catalán. Tras las risas, nos pondríamos a hablar mirándonos a los ojos, y seguro que llegábamos a más soluciones que con lazos amarillos y banderas de España.

Si son hermanos, que en la Generalitat de Girona, como vemos en la imagen, tienen puesta la bandera de Aragón.

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