Cuando hablamos de la España vaciada hablamos de la España que pudo haber sido y nunca logró aguantar a sus habitantes por muy diversos motivos. Algunos de estos motivos son responsabilidad de muchos, incluso de muchos de los que nos hemos quedado.
En la imagen vemos al dirigente y diputado de Teruel Existe junto a otros representantes de plataformas similares, castellanas, andaluzas o extremeñas.
Saben ya que no van a ser escuchadas sus propuestas pues no hay voluntad de resolver el problema, ni capacidad ni tampoco ganas.
Los que de verdad deben trabajar por invertir las tendencias no viven en la España Vaciada, no conocen sus problemáticas más que de visitarlas o escucharlas en sus despachos.
Se habla de la despoblación en abstracto, pero no se quiere hablar de los servicios que no se tienen.
Es imposible revertir la despoblación si antes no dotamos a la España del interior con unos servicios similares a los que ya tienen gran parte de los españoles del mar, sean en comunicaciones terrestres, en tren, o simplemente en disponer de fibra óptica o incluso cobertura para teléfonos móviles.
Si en el año 1887 Aragón tenía el 5,19% de los españoles, en el año 1940 había bajado al 4,07%, en 1970 éramos ya el 3,39% y en la actualidad no llegamos al 2,80%.
Eso es simplemente vaciar Aragón y si no lo entendemos no seremos capaces de comprender su grave trayectoria y lo que esto supone no para los aragoneses que al final se irán de Aragón, sino para España en su totalidad.
¿Cuántos españoles viven todavía en zonas donde no hay fibra óptica?
¿Y cuantos en localidades donde no hay un bar, una tienda, una oficina bancaria?
¿En cuántas localidades no pueden los médicos de familia hacer la receta electrónica o consultar por internet los historiales médicos de sus pacientes por carecer de cobertura?
No es un problema de ideología, no son colectivos de una ideología determinada, sino con una problemática determinada en su sociedad cercana. Y los partidos políticos, todos, obvian estas realidades por no saber qué hacer o por no querer dedicar presupuestos hacia estos problemas, que hay que restarlos de otras partidas.
Mientras exista tanta diferencia de calidad de vida entre los españoles de la España interior y los españoles de la España de Grandes Ciudades y la España de la Costa, seguirá vaciándose la España débil del interior.
¿Es posible entender para el futuro una España que para cruzarla haya que transitar por 1.000 km vacíos?
Julio M. Puente Mateo
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