Esta semana en Aragón, en concreto en la provincia de Huesca en los tres casos y por casualidad, he asistido al odio larvado de los que se consideran vecinos originales contra los vecinos que llegan desde otros puntos. Un caso cerca de Zaragoza, otro en el norte de la ciudad de Huesca y otro en el alto Gállego.
En los tres, sobre todo en dos de ellos surge el odio claro de lo que consideran que ese es su pueblo, su localidad, y que lo demás son forasteros y vienen a molestar. Y no, no estoy hablando de turistas, sino de vecinos más o menos habituales.
Curiosamente en un caso se da la paradoja de que los que se quieren auto denominar vecinos auténticos pueden molestar a los vecinos que viven, aunque los primeros vivan en Zaragoza y solo vayan a "su" pueblo para las fiestas y los fines de semana del verano. Y los que ya viven allí, llegados de Huesca o de Zaragoza, son considerados forasteros por los que no viven allí.
En otro caso se odia a los vecinos que trabajan en Zaragoza pero tienen casa fija en una localidad pequeña, incluso odio y separación en las tiendas y bares. Y en el tercero no se respeta la propiedad de una Casa Rural con niños de campamentos, pues son considerados molestos ya que vienen desde una capital a destrozar el pueblo.
¿Hablamos de verdad del problemas de la despoblación, sin tener en cuenta que es posible que los pocos habitantes de muchos pueblos, no quieran tener más habitantes, nuevos vecinos?
¿Qué grado de aceptación hay entre los vecinos "de siempre" con respecto a los que llegan, aunque sirvan para abrir escuelas o comercios, por considerar que "su" pueblo es "suyo" aunque no vivan?
Hablamos claro de una vez. ¿Qué queremos?
¿Qué estamos dispuestos a admitir en los cambios lógicos de las localidades que se nos mueren, sin habitantes fijos ya, pero que reciben ayudas por habitantes muchísimo más altas que las que reciben en las capitales Teruel, Huesca o Zaragoza?
¿Cuantos habitantes hay empadronados de "mentira" en cientos de localidades de Aragón?
Ajovín
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